miércoles, 11 de septiembre de 2013

Alguien que cuide de mí, de Judith McNaught

Misterio y romance, ambos muy conseguidos

Llegué a este libro y sólo había una opinión en Amazon que, por cierto, no era muy benévola. Hice lo de siempre; me descargué  un trozo para echar un vistazo y me gustó lo que leí. Es cierto que al principio no hay gran cosa romántica, es más bien una novela de misterio... Y a mí me encantan las novelas de misterios. Es entretenida, engancha y está bien escrita. No parece la típica historia secundaria para aderezar una historia de amor. Cuando ya pensé que la autora estaba investigando en un género diferente al que usa habitualmente me encontré atrapada en una incipiente historia romántica que se entretejía con el misterio del principio.

Los personajes están muy bien construidos, hasta los secundarios y todos se van haciendo cada vez más reales, más grandes en su dimensión como personas. Las descripciones te hacen ver las escenas sin agobiar con detalles y llegas incluso a sentir la tristeza y el dolor de la protagonista.

La recomiendo para aquellas lectoras a las que les guste algo más que una bonita historia romántica o a las que, como yo, les gusta combinar estos dos géneros. No quedaréis decepcionados.

Título: Alguien que cuide de mí
Autora: Judith McNaught
Editorial: B de Books
Género: Romántica contemporánea 

Sinopsis: La exitosa actriz Leigh Kendall se dirige hacia el norte del estado de Nueva York al encuentro de su esposo, Logan, para inaugurar juntos su nueva casa. Mientras conduce en la noche invernal, una repentina tormenta de nieve le hace perder el control del coche. Cuando vuelve en sí está en el hospital local, gravemente herida ; allí la policía le informa de que Logan ha desaparecido sin dejar rastro.…

lunes, 9 de septiembre de 2013

Adicta a los aviones

Hoy he vuelto a volar. Me he dado cuenta cuando ha llegado un whatsap de una amiga que decía que por fin tenía a sus dos hijos metidos en el coche camino del colegio (era el primer día de guardería de su hija pequeña). Terminaba el mensaje con un "¡Por fin llegó la vuelta al cole!" 

Ha sido en ese momento cuando me he percatado de que hacía más de dos meses que no volaba. Y lo mejor es que, sin darme cuenta, estaba sonriendo. Me sentía a gusto sentada en ese avión, mirando por la ventana cómo cargaban la bodega antes de despegar, escuchando una amalgama de conversaciones en diferentes idiomas (castellano, alemán, catalán e inglés) a mi alrededor y recostando todo mi cuerpo en el asiento del avión de Lufthansa.

Hoy me he dado cuenta de que en estas vacaciones he hecho lo que tenía que hacer: desconectar para poder volver a disfrutar de mi trabajo y volver a ver el mejor lado de mis viajes. 

Yo también he vuelto al cole y, como cuando era pequeña, con muchas ganas.

lunes, 3 de junio de 2013

En el taxi

Hoy me ha llevado al aeropuerto una persona encantadora.

Como el vuelo era con objeto de un evento más relajado que los habituales, el horario iba acorde y, por lo tanto yo estaba más despierta y con más ganas de hablar de lo habitual. Y ha sido una suerte.

He salido pronto de casa, para no ir con prisas ya que, al ser más tarde el vuelo, se juntaba con la hora de entrada a los coles y los trabajos. No quería que un atasco me hiciera perder el avión, ni quería ir corriendo con el tiempo pegado al... reloj.

En los 25 minutos que ha durado el trayecto he charlado con un hombre  de tono sosegado, conversación amplia e inteligente y a un volumen perfecto (me desagradan los volúmenes altos en la conversación). Nos ha dado tiempo ha tocar muchos palos y hemos empezado por el tema más espinoso: coches y motos (yo voy siempre en moto) y hábitos de conducción. Hemos hablado de personas con carisma, de educación, de humildad, de precisión... Hemos hablado de muchas cosas y de nada, pero ha sido otro rato simpático en un taxi. 

¡Qué agradable es pararse a escuchar! ¿El truco? Vivir sin prisa ;-)

Que tengáis un gran día


martes, 28 de mayo de 2013

Empezar de nuevo, de Isabel keats

Olé y olé, me quito el sombrero


¡Qué gusto da cuando te encuentras un buen libro de romántica! y os lo digo yo, que leo mucho muchísimo. Hay publicados algunos libros infumables, de los que ni hablo en este blog; muchos correctos, algunos buenos, y luego están los elegidos, los que te hacen vibrar desde el principio. Aquellos pocos que, aun siguiendo el esquema típico estructural de este género -ojo, que es lo que nos gusta!-, lo hacen con una maestría inigualable.


Empezar de nuevo, de Isabel Keats, es uno de esos, de los que te hacen estremecer (¿habéis notado cuando os estremecéis?). La ambientación, los personajes y las diferentes dosis de ingredientes (amor, rudeza, miedos, secretos, crudeza...) junto con lo magnífica "cocinera" que es esta autora, nos ha traído una novela de las buenas que, además, ha ganado el Premio Digital Harlequin.

También me gustaron sus dos libros anteriores suyas: Algo más que vecinos, y El protector; sin embargo, con ésta, me ha convertido en fan incondicional :-)

Creo que no queda duda alguna de que la recomiendo, ¿no? De verdad, pasaréis un muy buen ratito.

TítuloEmpezar de nuevo
Autora: Isabel Keats
Editorial: HQÑ
GéneroRomántica contemporánea. 
Sinopsis: Cuando el coronel Schwartz fue a recoger al nuevo doctor se llevó una incómoda sorpresa: en vez del hombre que esperaba, se encontró frente a una atractiva mujer de aspecto frágil. La presencia de una doctora, joven y brillante, en un pueblo perdido del Congo era un misterio que el implacable militar, acostumbrado a no pasar nada por alto, estaba decidido a desentrañar.

Para Alexandra, África era un sueño cumplido y, al mismo tiempo, una huida hacia adelante. Trabajar en el pequeño dispensario, velando por la salud de sus agradecidos pacientes le encantaba; la única pega que le encontraba a su nueva existencia era la presencia del inquietante y severo coronel Schwartz que, a pesar de sus esfuerzos por mantenerlo alejado, amenazaba con derribar las barreras que tanto le había costado erigir a su alrededor.

lunes, 27 de mayo de 2013

En Alsacia

Hace unos días tuiteé que estaba en Alsacia, pero hasta hoy no he podido dedicarme a escribir unas líneas sobre el viaje. 
Cuando me dijeron que tenía que viajar para conocer la zona, lo primero que me vino a la mente fue "Astérix y Obéliz en Alsacia" y ya empecé el viaje con simpatía.

Aterrizamos en Estrasburgo, muy cerquita de Luxemburgo, de Alemania y por encima de Suiza.
Es una zona bellísima. Bosques, pueblecitos, balenearios... es paz con mayúsculas.
Sabéis que no me gusta extenderme en los posts, así que de esta maravillosa tierra, a la que sin duda volveré con la familia a recorrerla con calma -porque merece la pena- destaco dos cosas:
las cigüeñas y sus nidos
Vale, seguro que muchos estáis hartos de verlo, pero yo no. Soy de ciudad y de pueblo donde no hay cigüeñas, y he alucinado de lo grandes y majestuosos que son, y de lo imponentes que quedan sobre las edificaciones.
el vino blanco
Alsacia es una región vinícola, especializada en vino blanco (yo soy más de tinto), pero tras una breve cata, debo admitir que me gustaron mucho (aunque desde mi punto de vista, les faltaba algo de frescor), pero ya se sabe que a los españoles, el vino blanco nos gusta frío, frío.

Os dejo unas fotos y una propuesta: visitad Alsacia si podéis. Merece la pena y templa el alma.


domingo, 26 de mayo de 2013

Salvar vidas


He tenido la oportunidad de asistir a un curso de "conducción segura" en el circuito del Jarama y he vuelto impresionada, satisfecha y contenta. No somos conscientes de lo necesario que es aprender a reaccionar ante situaciones imprevistas y es eso lo que los monitores tratan de transmitir cada año en estos cursos.

Muchos conocemos la teoría de cómo actuar cuando el coche nos patina, como colocar las manos en el volante en curvas reviradas para no perder el control del vehículo o cuál es el tacto del pedal del freno cuando se aprieta a fondo y entra en funcionamiento el ABS. Pero si no lo has practicado nunca, si no has cogido un mínimo hábito, cuando te encuentres en una situación de riesgo seguramente no sabrás cómo actuar. Y lo peor -mejor, depende de cómo se mire-, es que las situaciones de riesgo no forman parte de nuestra rutina, por lo que no tenemos opción de habituarnos a una reacción correcta.


Los participantes se enfrentan a frenadas de emergencia, frenadas con esquiva, habilidad al volante y control del vehículo sobre superficies deslizantes. Todo ello en unas pistas especialmente diseñadas al efecto, donde con total seguridad, es más fácil experimentar esas situaciones y asimilar los conocimientos.

Altamente recomendable. No son muy caros (éste 250€) y desde mi punto de vista todos deberíamos hacer un curso de estos de manera periódica. Ojalá nunca nos tengamos que enfrentar a una situación límite conduciendo, pero probablemente, si lo hemos de hacer quizá el curso nos pueda evitar males mayores.

viernes, 10 de mayo de 2013

Calle Berlín, 109 de Susana Vallejo


Una historia perfectamente creíble; sí, hasta lo del fantasma. Calle Berlín, 109 es una novela con trama policial que se entreteje con las vidas de una comunidad. Y todos tenemos secretos, unos más grandes que otros, estos más comunes que aquellos...

Dos motivos me hicieron elegir este libro. El primero, el titular, porque yo viví un par de años en el número 45 de la misma calle, llamémoslo nostalgia. El segundo porque me gusta el catálogo de la agente literaria que lleva a la autora, así que pensé que era un acierto seguro. Y así ha sido.

La acción nos la va desgranando el policía, el fantasma y un narrador, y así la autora va hilando una historia con otra de una manera magistral, sin perder el ritmo, encontrando los perfectos puntos en común que nos hacen de puente para saltar de piso en piso. Y es que otro de los puntos fuertes de esta novela son los vecinos. Me parecía verlos comprando en el Lidl del barrio, cruzándomelos por la acera de esta calle de Las Corts, porque son tan creíbles, tan reales, y por eso mismo, tan anónimos... O eso parece.

Calle Berlín, 109 destila humanidad a través de sus personajes y de los subtemas de la historia. Temas que pueden vivir en cualquier comunidad pero por los que pasamos a través de un "buenos días" o un "buenas noches" cuando no nos vemos ligados a ellos por nada más que por una escalera o un ascensor. En esta novela, hay un nexo más, Gerard, en el papel de policía buscando cuál es el misterio de la Calle Berlín, 109.

Y una buena historia tiene que tener un buen desenlace, y el de ésta no defrauda. Ya  termino la reseña más larga que he escrito; espero que este final sea el principio de vuestra lectura, porque sin duda Calle Berlín, 109, merece la pena.


Ficha del libro

Título: Calle Berlín, 109
Autora: Susana Vallejo
Editorial: Plaza&Janés
Género: Ficción contemporánea. Misterio y suspense
Sinopsis: En Berlín 109 parece estar la solución al enigma que sobrevuela el asesinato del compañero de Gerard, un mosso d'esquadra retirado que decide acercarse, con más dudas que certezas, a este ordinario bloque de vecinos en pleno Eixample barcelonés.
En ese número viven un colombiano, una prostituta de lujo, un matrimonio de ancianos, una madre separada con dos hijos y un oficinista soltero. ¡Ah!, y un fantasma: la anciana malhumorada del último piso que murió hace meses, aunque nadie se ha dado cuenta, y se dedica a vagar de un piso a otro cotilleando las vidas de sus vecinos.

lunes, 6 de mayo de 2013

Pecados que cometimos en cinco islas

He disfrutado leyendo, y también he aprendido, he recordado y me ha motivado.

Pecados que cometimos en cinco islas tiene muchas cosas que me han gustado. Desde la idea hasta el cómo se cuenta. La historia está narrada desde dos perspectivas: la de ella y la de él. Y tengo que sacarme el sombrero con la versión del protagonista de la novela. Creo que la autora ha sabido meterse en su piel. Yo al menos me lo he creído.

Este viaje a la osadía apunta maneras desde el principio. Empieza con una escena que cualquier mujer desearía protagonizar (la que diga que no, miente). Continúa con un doble lenguaje a veces más culto, otras mucho más coloquial que describe círculos más íntimos, y siempre con una cita conocida de algún autor consagrado que encuadra o hace de entradilla de la secuencia que nos va a explicar. Destaco en este punto un recurso que a mí me gusta pero comprendo que quizá otros puedan encontrar cansino que es el uso continuado de adjetivos para describir; creo que en este libro, dads sus características narrativas, enriquecen la trama y ayudan a imaginar el perfil de la protagonista.

Desde mi punto de vista este sí que es un libro erótico. Una novela con una historia que se enreda en la pasión y la transgresión. Pero no es solo sexo, de hecho, sexo no hay tanto. (Y lo afirmo porque seguramente vivo empachada de los que ahora llaman eróticos y en realidad son pornográficos. Oye, ningún reproche y algunos también me gustan, pero creo que podemos dejar la discusión de lo que es erótico y lo que es porno para otras entrada del blog). Y a medida que avanzan los "pecados" la transgresión se enreda en los recovecos de los miedos e inseguridades psicológicas, sobre todo de las de él.

Solo una cosa me hubiera gustado que ocurriera diferente y lo dejo sin desvelar, para un debate futuro. Tiene que ver con la quinta isla. Ya me diréis qué opináis.

Y os avanzo que tengo claro que voy a comprar dos ejemplares en papel y regalárselos a dos hombres que yo me sé.

Estoy segura de que lo disfrutaréis.

Ficha del libro

Título: Pecados que cometimos en cinco islas
Autora: Carmela Díaz
Editorial: Tagus
Género: Ficción contemporánea/Erótica
Sinopsis: "En las islas parece que cuando te alejas dejas en ellas lo vivido sin que te persiga…". Una propuesta: Te regalo un año de mi vida.Una única norma: No existen límites.Un lugar: Solamente islas, cinco islas. Un objetivo: La mejor novela jamás escrita. ¿Quién es el jugador y quién es el juguete?¿Qué límites es capaz de transgredir una mujer para probarse a sí misma?¿Hasta dónde alcanza la resistencia humana?¿Qué humillaciones aguanta un ególatra para no sucumbir a una rendición?¿La razón domina el instinto sexual o viceversa? Lujuria, fantasías, transgresión y juegos prohibidos que estimulan el deseo, dibujando en nuestra memoria tentaciones apetecibles. Atrévete a pecar en cinco islas…

domingo, 5 de mayo de 2013

Empezar bien

4:30 am Suena el despertador
4:40 am Salgo de la ducha
4:50 am Mientras acabo de vestirme descargo el correo
4:55 am Termino de lavarme los dientes y bajo a la calle. El taxi que me llevará al aeropuerto me está esperando.

Hace treinta minutos que he abierto los ojos, pero sigo parcialmente dormida. Un hombre con americana me espera en un Mercedes. Me saluda, coge mi maleta y mientras espera que me siente y me até el cinturón, me observa por el retrovisor. No me molesta, pero se que me mira. Yo me hago la despistada. En cuanto suena el clic de mi cinturón selecciona una carpeta de su aparato de infoentretenimiento y empieza a sonar la música. Me mira por el retrovisor por última vez y se incorpora a la circulación -obviamente inexistente a esa hora-.

Conduce por la autopista a una velocidad ligeramente superior a la legal. Tras la ventanilla aún es de noche. Y yo tengo la extraña sensación de que este lunes al amanecer, encerrada en menos de dos metros cuadrados, comparto un momento íntimo con un extraño que me ha dedicado su música, perfecta para ese trayecto. Me vuelve a observar al cabo de un rato, para ver si me gusta lo que escucho. Yo, sin mirarle, esbozo una media sonrisa en señal de complicidad.

Al llegar al aeropuerto me hace un recibo y me desea buen viaje, todo como siempre. Sin embargo, este primer día de la semana ha sido diferente. Un desconocido me ha regalado música para que mi viaje sea más placentero. Son pequeños detalles que te hacen la vida más feliz. Gracias señor taxista.

sábado, 27 de abril de 2013

Tengo tu número, de Sophie Kinsella

Divertido. Muy divertido. Podría decir que es el único libro, que recuerde, que me ha llegado a arrancar carcajadas y varias veces.

No me entusiasman las comedias de enredos y las dos primeras páginas me llevaron a ese pensamiento, pero enseguida llegó la fuerza de este chick lit con mayúsculas. Diversión, complejos a superar, malentendidos y amor. Todo en su justa medida, perfectamente mezclado, una receta como la de la tortilla de patatas: parece sencillo, pero pocos la bordan. Y Sophie Kinsella es una perfecta cocinera de este tipo de novelas que, al terminar, nos dejan con sensación de abandono.

La historia nos acompaña en el conocimiento de los personajes como si fuéramos la propia protagonista. No quiero contar más. No hay nada que no me haya gustado.

Os la recomiendo, sin duda. Os la recomiendo con la seguridad de que con este consejo os estoy haciendo un regalo. Un muy buen rato de lectura divertida.

Ficha del libro

Título: Tengo tu número
Autora: Sophie Kindella
Editorial: DeBolsillo
Género: Chick Lit
Sinopsis: Diez días antes de la boda, Polly pierde su anillo de compromiso. Desesperada, Polly empieza a llamar a todo el mundo para pedir ayuda y ¡alguien le quita el móvil de la mano! ¡Se lo han robado también! Acto seguido, ve un móvil en una papelera, un móvil tirado a propósito a la basura y que ella necesita urgentemente. Polly le pasa el nuevo número a todos sus amigos y además contesta las llamadas que recibe y lee los mensajes dirigidos a la propietaria anterior, la secretaria (que acaba de dimitir) de Sam Roxton, un empresario importante. Sam le dejará quedárselo un tiempo a cambio de que le reenvíe todos los mensajes que reciba, pero Polly a veces contesta de parte de Sam en temas profesionales y también personales. No tiene freno.

domingo, 21 de abril de 2013

La felicidad es un té contigo

Lo primero es lo primero. Así que lo primero que me llega cuando "busco un libro para leer y pasar un buen rato" es el titular, el autor y la portada. El que diga que no le da buen rollo el titular, La felicidad es un té contigomiente. En este caso, después ví el nombre de quién lo había escrito, Mamen Sánchez, autora de Agua de limonero, que por no extenderme mucho, me encantó y también consiguió sorprenderme el desenlace de la trama. Así que sólo me faltaba ver la portada, que a principios de primavera, como estamos ahora, es muy apetecible. 

El siguiente paso era obvio: comprarlo y leerlo. Eso hice.

El libro comienza con la misteriosa desaparición de un joven inglés estirado y poco a poco nos hacer conocer personajes cercanos al estereotipo, unidos por una historia principal y otras secundarias bastante actuales y con diferentes grados de crudeza. Sin embargo, está explicado todo con un deje de humor dulce que hace sonreír casi cada tres páginas. Muchas veces leyendo un libro nos encontramos pensando: "es una ida de olla, esto no puede pasar en la realidad". Sin embargo, ¿cuántas veces no hemos escuchado lo de que "esto supera a la ficción"? Hay algunas escenas ligeramente surrealistas o que pueden rayar lo poco creíble para una mente cartesiana; pero cuando tenemos un problema y le damos vueltas a la cabeza por la noche o escuchamos los consejos de la almohada se nos ocurren soluciones disparatadas que a veces hasta hemos llegado a poner en práctica, ¿o no?

Leer este libro ayuda a disfrutar de una historia, sin duda, pero también invita a reflexionar sobre algunos temas de los que muchas veces pasamos de largo, sólo por hábito, porque forman parte de nuestro día a día, en nuestra vida, en las noticias...

Un buen libro para pasar un buen rato en las tardes de primavera.

Ficha del libro
Título: La felicidad es un té contigo
Autora: Mamen Sánchez
Editorial: Espasa
Género: Ficción contemporánea
SinopsisLa inexplicable desaparición del gentleman Atticus Craftsman en el corazón de las tinieblas de la España profunda parece estar relacionada con las malas artes de cinco mujeres desesperadas, las empleadas de la revista Librarte, capaces de cualquier cosa con tal de conservar su trabajo.


El inspector Manchego será el encargado de desenredar una trama en la que la comedia romántica se mezcla con el drama más tierno, la intriga policiaca desemboca en el mayor hallazgo literario de todos los tiempos, lo difícil se vuelve fácil y los problemas se ahogan en un mar de lágrimas... de risa. Todo esto para terminar descubriendo, qué cosas, que el amor lo explica todo.



domingo, 14 de abril de 2013

24 horas en Zadar, Croacia

No voy a mentir. Lo que he visto, en general, no me ha gustado. Y ese ha sido mi error. Decepcionada y pensando que "ya lo había visto todo", prioricé unas cosas frente a otras. Y perdí la oportunidad de ver.

La zona en la que hemos estado, a nivel urbanístico está deteriorada. Las casas son en general viejas, muchas sin pintar, muchas con desconchones o incluso con los ladrillos al aire.
La primera parte de la naturaleza era seca, yerma, marrón y piedra.

Pero debería haber reconocido que esa puesta de sol lo cambiaría todo. Que ese final del día iba a significar una evolución de paisaje. Pero no lo supe ver.

También me lo indicó la ciudad de Zadar, bastante animada, para ser un martes por la noche y, aunque también de edificios antiguos, la modernidad empieza a abrirse paso en ella, por ejemplo con el órgano marino.

No, insisto. No supe ver pero, bien pensado, no haber visto me sirve de excusa para volver.

(Fotos: Alrededores de Zadar, Puesta de sol en la ciudad, cerca del órgano marino, vista de Vinjerac, Muelle de Vinjerac, Parque Nacional de los lagos de Plitvice -que me perdí-, y vista aérea de la zona y sus islas.)











viernes, 12 de abril de 2013

L'Estiu que comença



Yo, que soy tan digital, reconozco que a veces me gusta tocar. Eso me pasó con este libro. Entré en vacaciones en una librería de pueblo para comprar un regalo a mi sobrina de nueve años y mientras me lo envolvían eché un vistazo por las estanterías de "libros sugeridos", que lo llamo yo.


La portada me llamó. Todos queremos una mesa así, en una casa en la playa, para compartir las cenas de verano con amigos.
Ya tenía el libro en las manos, el siguiente paso era leer de qué va. Y me pareció interesante. Cincuenta años de una vida. Lo volví a dejar sobre el aparador, le hice una foto a la portada y salí con el regalo para mi sobrina.
En casa entré en Amazon y me descargué la primera parte gratuita. La historia, sus personajes y la manera de narrar de la autora me convencieron para pagar los ¡Dios mío! 17 Eurazos en un libro digital, no me había gastado nunca tanto dinero en un ebook. Pero la historia me intrigaba. Me lancé y no me arrepiento. 
Hacía tiempo que un libro no me hacía llorar y sentir como lo ha hecho este, pero ojo, que no es un dramón. Pasan cosas, sí, pero es la manera de contarlas lo que hace que te pongas en la piel de los personajes, tan sencillos y tan cotidianos y, por eso mismo, tan complicadamente humanos.
De momento solo está en catalán, pero supongo que en breve lo editarán en castellano. Eso espero, porque realmente, merece la pena.

Ficha del libro
Título: L'estiu que comença
Autora: Sílvia Soler
Editorial: Planeta
Género: Ficción contemporánea
Sinopsis: El brindis que acababa de proponer Julia era «el tradicional de la noche de Sant Juan y Julia se emocionó estúpidamente viendo como las costumbres se convertían en tradiciones y como se heredan igual que se heredan los libros y las casas. El verano que empieza recoge los 50 años de vida de Julia Reig...

miércoles, 10 de abril de 2013

Entre amigos


Llego de un viaje. Un viaje más. Un viaje que forma parte de mi trabajo y éste, se nutre en gran medida, de la curiosa faceta de las relaciones públicas. Una parte de mi sueldo lo recibo por sonreír, por ser amable, por dar conversación agradable... Dicho así suena a otra cosa, ¿no?  
Siempre con un objetivo, por supuesto, acabar vendiendo algo aunque sea a medio plazo. Son píldoras concentradas; 24 o 36 horas en las que das y también recibes lo mismo: sonrisas, gestos amables, agasajos, etc. Unos lo hacen mejor que otros, como en todas las profesiones... Es como ir con el piloto automático.
Pero, de repente, me doy cuenta de que la comida se ha acabado, estamos en los cafés (o en el poleo menta, en mi caso), los rayos de sol se cuelan por entre las nubes y a mis pies, bajo la pequeña colina croata se ven las barcas del diminuto pueblo de pescadores de Vinjerac. Y la sonrisa es franca, el gesto es amable de verdad y el tema es interesante. Se ha establecido una conexión con la que no contaba. Es algo fugaz, apenas un brote que no se sí madurará, pero podría ser que estuviera naciendo una amistad... A estas alturas :-)

lunes, 1 de abril de 2013

Caminar por el Empordà. 14 Paisajes

Empecé el año con varios propósitos, uno de ellos, correr un par de veces a la semana. Era algo que no me gustaba y que sigue sin gustarme, pero a cambio, he descubierto caminar. Dicen que si mantienes una media de 6-7  km/hora es tan beneficioso como correr. No voy a explicar aquí porqué sí o porqué no. Pero sí que os adelanto que yo me siento mejor, física y mentalmente :-)


He visto despertar la naturaleza cada día; el mar, el campo y los animales, sus aromas y sus ruidos, por caminos de arena y caminos de barro, entre el sol la lluvia y la niebla, he disfrutado de la naturaleza y me he enganchado a ello. Os aconsejo que lo probéis, si no os gusta correr, caminad es... una pasada!!

Os dejo las fotos de unos días de paseos por el Ampurdan, antes de las nueve de la mañana. (Bosques de Saus, Camino de los enamorados L'Escala, Ruinas d'Ampurias, Playa de Sant Pere Pescador.)















domingo, 24 de marzo de 2013

Ginebra para dos, de Rebeca Rus

Tres veces estuve tentada, a punto de comprarlo y tres veces me eche para atrás, como Judas.

Reconozco que el primer libro que leí de ella, su primer libro, no me acabó de convencer; quizá porque después de haber huido despavorida del mundo de la publicidad me cuesta leer sobre él, quizá porque lo encontré un poco "joven", quizá y seguramente, porque no era mi momento para leerlo (a veces pasa; me pasó también con 100 años de soledad y con el del abuelo que saltópor la ventana). Pero no quiero divagar.

Tan bien había oído hablar de Ginebra para dos a gente en cuyo criterio confío que, por fin decidí que no lo podía dejar escapar. ¡Menos mal! He pasado un buen rato y me he sentido identificada en muchas cosas (por eso me gusta el buen chick lit español, porque conecta conmigo). Desde el "vestido de las reuniones" hasta lo de la imagen que proyecta de Reina del Hielo (muro de hielo en mi caso), pasando por lo de hablar con una misma y, a veces, sin darse cuenta, en voz alta. Y esto son sólo un par de ejemplos. 

Se lee de un tirón, en una tarde y, cada cuatro páginas te arranca, como mínimo, una sonrisa. Refleja a esa tierna desequilibrada que llevamos todas dentro, trabajemos en el sector que sea, poniendo una nota de humor en nuestro día a día y haciendo nuestras inseguridades más terrenales.

Genial. Lo recomiendo. Lo puedes encontrar en: Amazon
Gracias Rebeca, y no dejes de escribir.

Ficha del libro
Título:
Ginebra para dos

Autor: Rebeca Rus
Editorial: Esencia
Genero: Chick lit
Sinopsis: Silvia Vega, directora creativa de una importante agencia de publicidad española, viaja a Ginebra con el único objetivo de conseguir como cliente una importante empresa. Silvia tiene determinación, grandes ideas y un espíritu de sacrifi cio insuperable, pero no cuenta con el irresistible Daniel Soler, uno de los creativos más famosos del país, que se interpondrá en sus planes para conseguir el mayor ascenso de su vida.


viernes, 22 de marzo de 2013

Restaurante NO, de moda en Madrid

No, es el nombre de uno de los restaurantes más de moda de Madrid. Hace unos días tuve el placer de disfrutar de la mejor compañía y de la cena en este local. Ya la calle donde se ubica invita a entrar en cualquiera de los establecimientos atravesando las terrazas que dan a la calle y rezuma un apenas imperceptible olor a Chanel ;-) Pero el NO sorprende, en este Madrid que se equilibra perfectamente entre lo clásico, lo castizo y lo moderno, precisamente por su decoración, más cercana a lo que estamos habituados en mi tierra.

La comida que sirven es muy buena, a base de entrantes variados (croquetas, alcachofas con foie, mejillones, sushi, ibéricos, etc.) y unos segundos de carne o pescado. Quizá las raciones son tirando a escasitas y un señor de comer habitual se quedará con hambre a no ser que desembolse más. Nosotras, siempre cuidando lo que comemos, con una media de 60 euros podríamos llegar a estar saciadas, vino incluido.

Y cuando un local está de moda en Madrid no hay que olvidar reservar con antelación porque entre los VIPs y los que van a ver a los VIPs, la sala está siempre llena, a mediodía y por la noche.

Un buen habituallamiento disfrutado en buena compañía siempre deja el mejor sabor de boca. No os lo perdáis, merece la pena.

jueves, 14 de marzo de 2013

Más de lo mismo


La Bibliotecaria

Hacía un tiempo que no leía erótica, concretamente desde el segundo de la trilogía de Silvia Day: Reflejada en ti. Quizá por eso me decidí a leer La Bibliotecaria de Logan Belle.
El libro no está mal, pero la idea ya cansa. No sorprende nada. Toooodo es lo mismo una y otra vez. Bondage, mujer pazguata que se deja hacer sin recelar ni un poco, el hombre perfecto traumatizado en la adolescencia, bla, bla, bla.
Ojo, esta literatura y me refiero a la que se repite hasta la saciedad, no al género erótico, tiene su público, pero me temo que no es mi caso. Espero con ganas un libro de este género que no insista en la misma historia cambiando solo los nombres y las profesiones.
Lo siento, no me ha gustado... porque no me ha sorprendido.

Ficha del libro

Título: La Bibliotecaria
Autor: Logan Belle
Editorial: Esencia
Género: Narrativa, erótica contemporánea
Sinopsis: Regina Finch se ha ganado a pulso su puesto en la sede central de la Biblioteca Pública de Nueva York. Pero un encuentro fortuito con Sebastian Barnes, millonario, exitoso fotógrafo y principal mecenas del centro, transformará su austera y aburrida existencia en una vida llena de acción, lujo, erotismo y nuevas experiencias.
Gracias a su acercamiento al mundo de Bettie Page, una modelo convertida en reina de las pin-up y fetiche para millones de admiradores en todo el mundo, Regina dejará de ser la ingenua y tímida bibliotecaria para convertirse en el objeto del devorador deseo de Sebastian.


miércoles, 13 de marzo de 2013

Un día perfecto

Lo he puesto en práctica. Sí, eso que dicen que para ser feliz has de hacer cada día algo que te apetezca. Pues hoy lo he hecho. He tenido un día de trabajo normal, bueno en general. Y luego me he dado el lujazo de darme un masaje facial en un sitio que me encanta: el gimnasio Iradier. No voy a extenderme en el tratamiento o en lo muchísimo que me ha gustado, sino en lo bien que me he sentido después.

Una hora y media más tarde he llegado a casa tranquila, relajada y con mucha paciencia. ¿Sabéis quién más se ha beneficiado de mi bienestar? Mis hijos. Nos es que hayan cenado sin rechistar, eso no va con ellos, o que se hayan ido a la cama a la primera, o a la segunda... No, ha sido a la quinta, como cada noche. Sin embargo no ha habido la tensión de otras noches. Y una vez en la cama, tranquilos, se han dormido muy rápido.

El día perfecto ha terminado recogiendo la cocina peeeeero, con otro lujo, Luis Miguel a todo trapo jajaja y yo cantando boleros. A veces también me olvido de lo que me gusta escuchar música. Hay que buscar el momento y, cualquier momento es bueno.

No es tan difícil que un día pase de normal a bueno. Aunque reconozco que lo del facial tampoco se puede hacer todos los días ;-)

domingo, 3 de marzo de 2013

Un alto en el camino


Ayer tuve "una experiencia religiosa", como decía el cantante. Llevo dos meses de locos, con apenas cinco minutos para respirar y con muy poco tiempo para dedicar a ocio personal. El sábado tocaba pasarse dos horas en un espectáculo de danza en el que una de mis hijas bailaba dos minutos. Y allí estábamos.

La música empezó a sonar y los más pequeños empezaron a bailar. Yo era inmune. Sólo pensaba en lo bien que estaría en ese momento en mi casa, descansando de una semana agotadora. En la tercera canción la magia empezó a arañar mi espeso caparazón de indiferencia. Los niños que estaban bailando al ritmo de una música popular no lo hacían mal y transmitían lo bien que se lo estaban pasando.

Una tras otra fueron pasando las actuaciones y la edad de los bailarines amateurs iba aumentando a la velocidad en la que crecía mi interés por el espectáculo.

Y al final, la magia de la música y de la danza hicieron su efecto. Me sorprendí emocionada, disfrutando del momento, pero con una ligera conmoción: siempre había querido ser artista, pero mi extrema timidez, además de la falta de las habilidades necesaria, me lo han impedido.

Y allí estaba, sentada en un teatro, envidiando a los bailarines, y tomando una decisión: estoy contenta y orgullosa de lo que he hecho hasta ahora con mi vida, pero ¡Dios! Me quedan aún muchas cosas por hacer. Es el momento de empezar a hacerlas.

Quizá lo primero sea apuntarme a esta escuela de danza para poder participar en el festival de verano :-)

jueves, 21 de febrero de 2013

Una experiencia muy útil

¿Y por qué no...?. ¿Cuántas veces hemos formulado esta frase y nos hemos planteado una idea nueva? ¿Y cuántas veces hemos desistido de ella, o ni siquiera la hemos tenido en cuenta un minuto después de pensarla, porque no hemos creído? ¿Porque no estábamos convencidos?

Acabo de leerme un libro cuya portadilla comienza así. No es un libro románico. Es un libro de empresa, lo cual queda muy claro en el párrafo siguiente que no he reproducido aquí. Sin embargo al acabarlo he pensado: "esto lo tengo que compartir en el blog" porque a través de su experiencia de vida, David González Castro, nos cuenta qué le ayudó a conseguir el éxito en lo que se propuso, en qué se equivocó y con qué se ha quedado de todo ello. En su caso fue una empresa, pero es aplicable a cualquier proyecto o momento de la vida.

Es una historia que relata que las cosas pueden cambiar cada día. Después de presentarse, el protagonista nos explica su paso por los Boinas Verdes y cómo esa experiencia le enseñó y le marcó un código de actuación muy claro "se valora muy poco lo que se tiene, hasta que se pierde (refiriéndose a la comida)" de la que se deriva una frase que yo he oído a menudo en mis siete últimos años: "cuando no se tiene nada, no hay miedo a perder nada", en relación al nacimiento de las iniciativas de negocio en Internet frente a los grandes, estancados, sobredimensionados y lentos medios de papel.

Emprendedor es una etiqueta que está de moda, que se asocia al mundo de la empresa y que lleva inherente la pasión, la lucha y el desvelo por un proyecto. Pero para mí, emprender es ser capaz de tener sueños, creer en ellos y llevarlos a cabo. Y los sueños abarcan muchos más campos que el de la empresa.
Además, ¿qué arranca más pasión, que un sueño y se vuelve más erótico, que el éxito?

Rápida y enriquecedora lectura: La Convicción en digital o en papel

domingo, 6 de enero de 2013

Sin presiones...

Se hace camino al andar


Llevaba una semana mentalizándome. Quería ser como ellos. Cada vez que los veía pasar por mi lado, envidiaba su cara de felicidad. Así que me lo puse como meta para 2013. Salir a correr.
Los antecedentes son sencillos: Odio correr. Me canso. Sin embargo, envidio a los que lo hacen; es que se les ve tan ligeros...

El día 31 de diciembre dije a mi familia que saldría a correr. Pero no lo hice.

El día 1 de enero, llegué hasta ponerme la ropa adecuada para salir, pero luego...oye, entre una cosa y otra, no conseguí salir. Y en invierno, ya sabéis. Oscurece muy pronto.

El 5 de enero se me presentó otra oportunidad y esta vez no debía desaprovecharla. "Motivación y metas cortas" pensé, "como cuando dejé de fumar."  Soy una mujer tecnológica -bueno, algo tecnológica-. Así que me bajé una aplicación al móvil para saber tiempo, recorrido, medias y calorías. Volví a vestirme con la ropa de correr y cogí unos auriculares para escuchar la radio. Arranqué la aplicación y empecé a correr.

Vale, correr, correr, no corrí mucho, pero me marqué una meta: la aplicación me dijo que en 35 minutos había recorrido 4,7 kilómetros. Ahora ya tengo una meta alcanzable. Superarme. Y además paré para hacer fotos y enseñarnos por donde había corrido.

Lo mejor: la sensación de disfrutar de la naturaleza bajo el sol de invierno y lo bien que me he sentido al llegar. Y oye, sin presiones...

Escenarios de la novela de Marga N. Rotger Así, sin avisar

jueves, 3 de enero de 2013

así, sin avisar

Mi primera novela de ficción, con tintes románticos contemporáneos y chick lit, publicada en Amazon

Como me está costando publicar en Amazon y como me lo habéis pedido alguna. Os dejo el Capítulo 1 de la novela. Espero que os guste. En cuanto tenga el link a Amazon, lo incluiré en esta entrada. Añado también la sinopsis y os aviso de que tiene un prólogo, pero ese ya lo descubriréis en el libro.

Sinopsis
Una ciudad, Barcelona. Una casa en el campo. Una herencia. Una adicción, el trabajo. Un mundo controlado, perfecto, a punto de dar un vuelco radical al tropezar con el primer y gran amor de su vida.
Un caso de moobing, un deseo a flor de piel y los locos consejos de su mejor amiga harán que todo lo que Ana conoce y controla se desvanezca.
Tres retos y tres escenarios que entretejen una vida, la de Ana.



Capítulo 1
Mayo de 2012

La música inundaba todos sus sentidos y estaba absolutamente concentrada en las indicaciones del monitor. Estaba bañada en sudor. Le sudaba la frente, las manos le resbalaban y su camiseta marcaba dos cercos bajo las axilas.
«Joder», pensó, «me suda hasta el mismísimo trasero.»
—¡Venga, chicos, última subida, os lo prometo! —gritó el monitor.
Pese a que no podía más, se obligó a seguir. Echó un vistazo al mapa que aparecía en la pantalla y comprobó que efectivamente estaban llegando al final de la etapa. Apretó los puños, cerró los ojos, se subió sobre los pedales y dio lo último que quedaba de ella para, segundos más tarde, aflojar el ritmo. Con una mano cogió la toallita y se secó el sudor de la frente.
—¡Bien, chicos, buen trabajo! Os habéis ganado una ducha. Hasta el miércoles —se despidió el monitor.
Ana cogió su mochila y se fue empapada en sudor a casa. Solo tenía que cruzar la calle. No le molestaba ducharse en el gimnasio, pero prefería hacerlo en casa. Sobre todo cuando iba a la última sesión de spinning.
Mientras subía en ascensor hasta el ático donde vivía, miró la hora en el móvil.
«Dios, es tardísimo.»
Abrió la puerta de su piso de dos habitaciones. Dejó las llaves sobre la cómoda que tenía en la entrada y tiró la mochila al enorme puf que había bajo el pasaplatos. Entró disparada al baño y se dio una ducha. Bajo el chorro del agua empezó por fin a relajarse. Y su mente voló una vez más a su trabajo. Ese día le habían comunicado que Rosa, una de las product manager de cosmética, cogería la baja maternal la semana siguiente. Ella debería asumir también sus productos. Ana llevaba las marcas de pintauñas y pintalabios, pero ahora iba a tener que hacerse cargo también de sombras de ojos, maquillajes y coloretes. Más trabajo, más viajes… Pero podía ser el trampolín para dar el salto.
Salió de la ducha y se puso el pijama. Se preparó un plato de pasta y en el momento en que se sentaba, sonó el teléfono.
—¿Sí?
—¡Ana! Tengo que hablar contigo. —Era Marta, su mejor amiga—. Tienes que sacarme sí o sí a cenar y luego a bailar y, si puede ser, a ligar.
—Pero ¿qué pasa? —preguntó Ana—. ¿Te has peleado con Pepe?
—No, sí, bueno, no. Estoy cabreada con el mundo, con la vida, pero sobre todo, no aguanto más en casa. Se me cae encima. Los gemelos no paran de correr en direcciones opuestas y yo ya no puedo más. Me siento una vieja prematura.
—¿Ves como no era tan guay eso de que empezaran a andar? —contestó Ana con sorna.
—¿Y por qué todo el mundo afirma que es maravilloso? —Marta hizo un mohín que Ana no vio, pero que se imaginó perfectamente por el tono de su amiga.
—Entonces, ¿qué tal el jueves? Salimos a cenar y te llevo a la terracita del Hotel Condes de Barcelona. Acaban de inaugurar la temporada de verano. Es muy chula, se ve la Pedrera y como el aforo es bastante limitado, no da sensación de agobio.
—No. Quiero ver gente. Quiero agobio. Quiero que me vean y no quiero guiris.
—Ok, Marta. Busco un sitio que cumpla las expectativas.
—Perfecto —respondió su amiga—. ¿Tú qué tal?
—Pues mira, hasta que me has llamado histérica porque no puedes más con los niños, estaba pensando en quedarme embarazada.
—¿De quién? ¿Del Espíritu Santo? —Tras un microsegundo, le volvió a preguntar—: ¿O es que te has vuelto a echar novio?
—Ni novio ni ganas de novio. ¡Si no tengo tiempo! —respondió Ana en su tono habitual de «estas cosas no me interesan»—. Resulta que Rosa se ha vuelto a quedar embarazada y vuelve a ser un embarazo de riesgo, o sea que ya se ha cogido la baja y me toca a mí llevar sus líneas de producto.
—¿Más muestras gratis para tus mejores amigas?
—¡Marta! ¿Eso es lo único que te importa? Voy a tener que currar el doble y a ti te da igual.
—¡Ah! Señorita ejecutiva. Es lo que usted se ha buscado. Cuando decidiste enfocar toda tu energía en tu carrera profesional y convertirte en la dueña del mundo de los cosméticos sabías que estas cosas pasan. Y piensa que si te lo dan a ti es porque confían más en ti que en Victoria. Así que no te quejes. Que en lugar de escuchar historias de amores y sexo desenfrenado, de ese que yo ya no disfruto desde que soy madre, me tengo que tragar aburridas conversaciones sobre marketing y ventas — espetó Marta—. ¡Que me tienes aburrida! Bueno, seguro que te sales con la tuya: elevas las ventas de la marca y encima te dan el ascenso que esperas desde hace siglos. ¿Nos vemos en tres días? Y ya que estamos, ¿me traerás un par de muestras de todo lo que puedas? —preguntó risueña.
—Vale, pero prepárate —respondió Ana entre risas—. Vas a flipar con el sitio al que te voy a llevar.
Ana colgó el teléfono aún sonriendo. Encendió el iPad y revisó el correo. Lo tenía cargadito debido a todo el traspaso de información para poder gestionar las líneas de producto que le acababan de dar. A las once y media decidió cerrar el ordenador, llevar el plato a la cocina y regar las plantas. Desde su pequeño ático, con su pequeñito balcón lleno de plantas, las vistas de Barcelona eran sensacionales. Es cierto que no se veía el mar, pero podía ver el Tibidabo y las terrazas de los áticos de sus vecinos más bajos. En pocos días volverían a animarse y a cobrar vida propia. Una vida que ella observaría desde su balcón, a oscuras, mientras revisaba el correo o terminaba la última presentación de turno. Había decidido apostar por su carrera pero a veces notaba cierta punzada de envidia de esas reuniones bajo las estrellas del verano, tan relajadas, que veía desde su piso.
Era un mayo caluroso. Apenas acaba de empezar y podía estar en el balcón en pijama sin sentir frío.
«Probablemente junio será lluvioso», pensó.
Guardó la regadera en su sitio, apagó las luces y entró en el baño para lavarse los dientes. Siempre se los lavaba mirándose al espejo. No entendía por qué la gente se agachaba y se cepillaba en esa postura. A ella le daba dolor de espalda y tampoco babeaba tanto como para tener que estar sobre el lavabo. Escupió la pasta y se quedó mirando en el espejo. Le vino a la cabeza la chorrada que había dicho de tener hijos. Tenía treinta y dos años pero no había sentido la famosa llamada de ser madre. No. Aún no quería tener hijos.
Se cepilló el abundante y ondulado pelo castaño oscuro porque sabía que no habría otra manera de poder domarlo a la mañana siguiente. Su pelo era un fiel reflejo del resto de su físico, y hasta de su carácter: tenía el pelo fuerte, vigoroso, como toda ella. Con un metro setenta de estatura no estaba ni entre las más altas ni las más bajas de las mujeres españolas. Su amor por el deporte, ya desde pequeña, había perfilado un cuerpo que, de constitución delgada por genética, se había modelado siguiendo las formas de sus músculos. Era atlética, pero no musculosa. Más bien fibrada hasta llegar a la espalda, cuya amplitud era una clara consecuencia de una infancia dedicada al deporte.
Cuando terminó de cepillarse el pelo se aplicó la crema de noche. Nunca había sido especialmente de cremas, hasta que entró a trabajar en su empresa actual. Había tenido que aprender a usar los cosméticos y se había acostumbrado a ellos. Extendió la crema por el óvalo de su cara e insistió en la zona del entrecejo. La miopía era la causante de las dos finas y profundas arrugas que se le marcaban sobre la nariz. Era lo que confería a su cara cierto aspecto de dureza y hasta de intransigencia. Tenía que sonreír mucho y muy a menudo para poder contrarrestar el efecto que producían esas arrugas entre sus anchas aunque perfectamente delineadas cejas.
Era una mujer atractiva, con un mercado muy definido. No gustaba a todos los hombres, pero gustaba al tipo de hombre por el que ella también se sentía atraída; y eso la tenía satisfecha.

Ya era jueves. Una ducha reparadora para eliminar el cansancio de un duro día de trabajo y, con la toalla alrededor del cuerpo, Ana oyó vibrar su móvil. Era un whatsapp:
Marta: ¿Me pasas a buscar por casa?
Ana: Ok.
Marta: Coche, no?
Ana: No, moto.
Marta: Joooo, no quiero salir con el pelo chafado.
Ana: Pues quedamos ahí.
Marta: Es que no quiero conducir, quiero emborracharme.
Ana: Coger coche es un coñazo para aparcar, resopló mientras escribía.
Marta: Yo pago parking.
Ana: No es eso… es por pereza. En lugar de parking, págate un taxi y quedamos ahí.
Marta: Es que quiero ir contigo, y así ya vamos charlando.
Ana: Eres una pesada. Te recojo en COCHE a las 21:00. Espérame en la portería.
Marta: Eres un sol.
«Y tú, una vaga redomada», pensó Ana con una sonrisa. Pero la verdad es que le apetecía mucho ver a Marta. Se secó el pelo, se enfundó sus tejanos Gap, las camperas de media caña y una camiseta blanca con una americana marrón.
Como todas y cada una de las veces que Ana quedaba en recoger a Marta, le tocaba esperar cerca de diez minutos en la portería, y como todas y cada una de las veces que le pasaba esto, a cada minuto que pasaba estaba más y más enfadada. Por fin apareció Marta y le dedicó una sonrisa de oreja a oreja.
—Estás guapísima —la miró de arriba abajo y luego le dio un abrazo—. Eres mi ángel salvador, mi arcángel Gabriel, mi sol, mi luna, mi…
—Para el carro, guapa, que nos conocemos. —Ana ya se estaba riendo—. Lo que soy es incapaz de comprender que llegues siempre más tarde que yo a la portería de tu casa. —Y puso especial énfasis en estas cuatro últimas palabras.
—¿Quieres una excusa o quieres la verdad verdadera? —preguntó Marta con una sonrisa jueguetona, sabiendo que a su amiga ya se le había pasado el enfado.
—En realidad, no quiero saber nada. No creo que a estas alturas de la película vayas a cambiar.
—Ok. Tú mandas. ¿Dónde me llevas esta noche?
—Cenaremos en un italiano exquisito, en la calle Ganduxer, y luego…
—Y luego vamos a Bikini ¿sí? Di que sí, por favor.
—Ni de coña —respondió Ana poniendo los ojos en blanco mientras se subían al coche—. Luego ya veremos.
Ana conocía a Marta desde que tenían diez años. Fueron juntas al colegio y aunque luego Marta estudió Derecho porque no sabía qué estudiar y Ana se decantó por Administración de Empresas, nunca habían roto el contacto. Al acabar la carrera, Marta entró de prácticas en un bufete y antes de terminar el año ya se había prometido con Pepe. Era el mejor amigo de su hermano, cuatro años mayor que ella. Informático y consultor en Accenture. Marta se negó a quedarse embarazada tan pronto y acordaron que se pondrían a ello al cumplir los treinta. Pero las cosas se complicaron y al ver que no llegaban los niños, recurrieron a la reproducción asistida. Hacía catorce meses que Marta había dado a luz unos preciosos gemelos que la estaban volviendo loca. Uno de ellos era ahijado de Ana.
El restaurante, muy de moda en la zona alta de Barcelona, era un italiano monísimo de excelente calidad-precio. La decoración era un acierto. Tenía muebles, sillas, sofás y sillones de diferentes épocas y diferentes estilos. Toda la puesta en escena aderezada con candelabros, jarrones y espejos entre otros objetos de decoración, dispuestos con un gusto exquisito. Era un sitio perfecto para ver y dejar verse; justo lo que necesitaba esa noche Marta.
—Me encanta. Gracias, Ana —dijo con una sonrisa arrebolada—. ¿Cómo conoces tantos sitios chulos?
—Bueno, éste está al lado de mi casa, así que ha sido fácil —sonrió—, pero además ya sabes que forma parte de mi trabajo. Cuando montamos eventos de presentación de producto, cenas con clientes, con proveedores…, la agencia se encarga de muchas cosas, pero hay otras que me gusta supervisarlas personalmente.
—¡Cómo envidio esa parte de tu trabajo! ¡Oh! Mira. Bueno, no mires. A tu derecha, en la mesa de ocho, acabo de ver al marqués.
—¿Qué marqués? —preguntó Ana frunciendo el ceño en un esfuerzo por recordar si conocía a algún marqués.
—Si tendrás morro de no acordarte. El marqués es ese amigo de Pepe que te beneficiaste en mi boda.
—¿Quién, Ignacio? ¿Era marqués? No tenía ni idea. No lo veo. —Giró automáticamente la cabeza hacia su derecha para ver si lo localizaba.
—¡No te muevas! —apremió Marta quedamente—. Viene hacia aquí. —Se concentró en su plato, como si tuviera un apetito insaciable.
—¡Marta, qué sorpresa! —El marqués llegaba sonriente a saludarlas.
—¡Ignacio, cuánto tiempo! —dijo Marta—. ¿Has venido con tu mujer? No la veo.
—No… es una cena con gente del trabajo. Estás increíblemente guapa y felicidades por los gemelos. Nadie diría…
—¿Te acuerdas de Ana? —cortó ella. Ignacio se giró hacia Ana y dijo—: Desde luego, cómo olvidarla.
—Hola, Ignacio, yo sí que hacía tiempo que no te veía —Ana sonrió educadamente. Después de un par de frases de cortesía y de darle recuerdos para Pepe, volvió a su mesa.
—¡Por el amor de Dios! Pero si está fatal, gordo, calvo y con una sonrisa libidinosa que para qué. Si te ha desnudado con la mirada. Marta, ¡no ha parado de mirarte las tetas! De hecho —continuó Ana—, acabo de recordar que esa noche que dices que me lo beneficié, y que estábamos los dos muy, muy borrachos, me dijo que estaba enamorado de ti.
—¿Y me lo dices ahora?
—Me olvidé —dijo Ana alzando las cejas—. Además, tú solo tienes ojos para Pepe. Supongo que pensé que te incomodaría estar con él cuando coincidierais y luego se me olvidó.
—En fin, no tienes remedio. Bueno, cuéntame tú. ¿Quién te quita ahora el sueño?
—Ahora mismo la que me quita el sueño es Rosa y su baja por embarazo de riesgo.
—Estoy hablando de chicos, tíos, hombres, no de trabajo.
—Pues estoy en periodo de sequía y así seguiré hasta que esa señora vuelva de la baja maternal. No tengo tiempo.
—¿Con cuántos hombres te has acostado? —preguntó Marta con picardía.
—¡Marta! Lo sabes perfectamente… —se ruborizó—. Con unos cuantos.
—Ya, pero ninguno te ha durado más de nueve meses. Como un embarazo —Marta soltó una carcajada—. Bueno, uno sí, el primero te duró unos cuantos años… Pero en realidad no debería contar, porque fue una historia rara, ¿no? —Entrecerró los ojos como si quisiera recordar—. ¿Cómo se llamaba?
—Matías —respondió Ana—. Sí, fue una historia rara.
—Ese tío te marcó.
—Que fuera mi primer novio no quiere decir que me marcara. Esa leyenda de que las mujeres nunca olvidamos a los que nos desfloran es una patraña.
—¿Cuándo fue la última vez que supiste de él?
—En el 2000, hace doce años.
—Sí que te acuerdas —dijo Marta con cantinela.
—Bueno, ya sabes, el cambio de siglo nos hizo evolucionar en algunos aspectos y, como es un número redondo, es fácil acordarse. Por cierto —dijo Ana para cambiar de tema—, Ignacio no te quita ojo de encima. ¿Cuánto hacía que no os veíais?
—Desde su boda, hace cuatro años.
La cena acabó entre risas y recuerdos del pasado. Resultó fácil gracias a las dos botellas de vino tinto. Marta resolvió que ya era suficiente, y Ana la acompañó a casa. Ella ya sabía que no habría que ir a ningún sitio más. Marta estaba siempre muy cansada desde que había tenido a los gemelos. Después condujo hasta su casa y, una vez arriba, regó las plantas.
Hizo una excepción y se sentó en el balcón a fumarse un cigarrillo. Era de esas extrañas personas que fumaba de vez en cuando, y un paquete podía durarle seis meses.

Siempre se reía con Marta, pero el vino y su amiga le habían traído a la mente el recuerdo de alguien en quien hacía tiempo que no pensaba. Ya no había dolor por la mentira del primer hombre del que se enamoró y cuya traición le había hecho desconfiar para siempre en las relaciones que vinieron después. Pero volvió a preguntarse, una vez más, qué habría pasado si le hubiera creído cuando le dijo que le quería. ¿Qué hubiera pasado si no se hubiera marchado con la cabeza alta y sin mirar atrás? Él nunca volvió a llamarla. Y sus padres vendieron el apartamento de la playa. Nunca más había vuelto al pueblo y aunque hacía años que se lo había planteado, le parecía ridículo remover las cosas. ¿Con qué fin? Encendió el ordenador y buscó su nombre en Facebook, Linkedin y Twitter.