miércoles, 21 de mayo de 2014

David Mora

Una noticia de las que te encoge el corazón


Ayer, cenaba entre amigas y risas hasta que nos llegó un whatsap de otra amiga: "chicas, gravísima cogida a David Mora". No soy aficionada al mundo taurino, no he ido nunca a una plaza de toros y reconozco que aún no tengo una opinión clara, definida ni argumentada a favor o en contra de "la fiesta taurina". Pero conocí a David Mora el año pasado y compartimos una cena en la que charlamos un poco, y es un chico encantador. Educado, entregado con pasión al mundo que ha sido su centro desde pequeño (el del toro) y muy agradable. Desde aquí, sin ánimo de polemizar, quiero mandarle un abrazo, un beso, muchos ánimos y un mensaje de recuperación. Y quiero manifestar mi denuncia sobre algunas de las barbaridades que he leído en Twitter. Qué fácil es a veces soltar la lengua, a ver quién la dice más gorda y cómo cuesta el ejercicio de empatizar.

lunes, 5 de mayo de 2014

#CosasQueAmo

La capacidad de tomar decisiones y la aventura de que sean las acertadas


Siempre que vuelvo del Empordà y me siento en casa suele pesar más mi parte espiritual que mi parte racional. Más aún si he podido disfrutar de sus campos y colores durante una buena caminata. Y así ha sido hoy. Esta vez sólo he sacado una foto, por su simbolismo y es ésta.

Este no va a ser un post largo. Es domingo, fin de puente, los niños están de exámenes y mañana es lunes. Pero antes de ponernos manos a la obra y dar por finiquitado este aperitivo veraniego que acabamos de tener, una cosa que amo: poder tomar decisiones. Y una pregunta para todos los que leáis este post: ¿cuál suele ser el camino que elegís, normalmente? Y ¿Por qué?

En la foto vemos la vía del tren que lleva a Francia. Un camino directo, conocido y, por ello, hasta cierto punto seguro. En paralelo transcurre un camino de tierra (en mi caso la primera vez que lo transitaba), y que, llega un momento en que gira ligeramente a la izquierda. Creo que por aquí se llega al siguiente pueblo, pero no estoy segura. Tampoco sé con certeza cuántos otros caminos se cruzarán con este y harán que me replantee cuál es el correcto. Vaya metáfora, ¿no? Sobre todo para mí, que siempre estoy con la cabeza hirviendo con nuevas posibilidades ;-) ¿qué camino soléis coger vosotros?

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Debo admitir que casi llego a Sant Mori. Sólo me he equivocado en la última decisión. Me he dado la vuelta sin ver el pueblo... por segunda vez. A la tercera va la vencida. Llegaré y os mandaré una foto. Vuelvo para allá en quince días.
Besos,

domingo, 4 de mayo de 2014

Día del trabajador y Día de la madre

Madre y líder de equipo



¿Cuántas veces hemos oído hablar de la dificultad de las mujeres, sobre todo si son madres, a la hora de compaginar vida laboral y profesional? E incluso que aquellas que somos madres podemos no ser consideradas para un puesto directivo, por la dificultad de gestionar hijos y trabajo.Al empezar a escribir y leer el titular Madre y líder de equipo he pensado: “Corcho, ¡si es lo mismo!”Soy madre de tres niños (12, 10 y 8) y también soy jefe de equipo (ocho personas internas y 24 externos). Ayer me di cuenta de que, por ser madre –entregada- mi equipo se podía beneficiar de ello.
He aquí mi argumentación

Seres diferentes/heterogeneidad
  • Con tres hijos, nos damos cuenta de que los niños son diferentes entre sí, a pesar de ser hijos de los mismos progenitores (y me refiero al carácter. Son personas individuales, con sus propios miedos, ambiciones, y características diferenciadoras). Aprendemos a tratarlos según necesitan ser motivados, para prepararlos lo mejor posible para la vida.
  • Un equipo que liderar, en el mejor de los casos, está formado por personas diferentes vinculadas por un objetivo común: sacar adelante el proyecto, cada cual con sus miedos, ambiciones, y características diferenciadoras. Aplicamos lo adquirido en casa, para motivar a cada miembro del equipo y llevarlo hacia el objetivo común.


Un tiempo de calidad/saber escuchar
  • Lo normal es dirigirnos a los niños a la vez: “Chicos, a vestirse” o “Mañana nos vamos de excursión” o “¿quién tiene deberes?”. Por eso, cuando realizamos una actividad solo con uno, vemos que el vínculo se estrecha y se genera una confianza que crece si, además, sabemos escuchar.
  • Solemos dirigirnos al equipo, para comunicar, o para debatir estrategias o puntos de vista, todos a la vez, y eso está bien. Pero aún está mejor si aplicamos, de vez en cuando, un tiempo de calidad con cada uno, nos escuchamos y tendemos un camino para conocernos con mayor profundidad, no solo la capa superficial.


Los deberes/las tareas
  • No todos los niños llegan a casa y se ponen a hacer los deberes, o saben cómo sacar partido real al tiempo que dedican para hacerlos. Esto lo estoy viviendo en casa en los últimos años. Ahí estamos los padres para orientarlos y ayudarlos muchas tardes, sin hacerles los deberes, claro.
  • La definición clara de tareas, el qué y el cómo, y la ayuda a la gestión del tiempo es algo primordial para que la maquinaria funcione. Se trata de supervisar a lo largo del camino, no solo en comprobar quién y cómo ha llegado a la meta.


La paciencia
  • Con los niños, paciencia es igual a amor infinito. Creo que en este punto no voy a poner ejemplos. Tan solo decir, que hay días, que miras orgullosa a tus hijos y otros… En fin, que te los comerías con patatas.
  • La paciencia aplicada al trabajo en equipo. No todos estamos de acuerdo en todo, ni tenemos todos siempre un día bueno, ni sabemos dejar en casa los problemas que no son del trabajo. Buenas dosis de paciencia son necesarias para no complicar las cosas aún más, sobre todo en momentos de tensión, que es cuando más valor adquiere esta cualidad.


Los roles
  • Lo habéis notado en casa, ¿no? Está el responsable, el irresponsable, el gracioso, el serio, el que ayuda, el que se escaquea, el que…
  • Pues en los equipos igual. Que cada miembro del equipo tenga una cualidad predominante, no quiere decir que no se le pueda sacar partido. Como ejemplo personal, yo, que soy muy, muy optimista, me va muy bien tener en el equipo al pesimista, porque equilibra muchas veces lo fácil que lo veo yo todo. Se trata de estabilizar y para ello, los roles ayudan a caminar hacia adelante.


Las promesas… incumplidas
  • No hay nada peor que la falta de confianza de un hijo en sus padres. Y esta es consecuencia directa de las promesas incumplidas. Si un niño crece sin confiar en la palabra de sus padres, clarísimamente crecerá con una deficiencia y además se irá distanciando del grupo. El miedo de un padre/madre a perder la confianza de sus hijos, nos enseña a no hacer promesas que no podamos cumplir.
  • Conocer el coste de la decepción de un niño, hacia su madre, nos educa y nos hace valorar el hecho de realizar promesas a la brava, como posible futuro premio. Como madres, controlamos mejor la promesa como elemento motivador, cuando no estamos seguros de si la vamos a poder cumplir y lo aplicamos al equipo.


Podría seguir con más motivos, pero es la hora de ponerme a hacer la cena ;-) 

Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que los jefes de equipo tengan que ser los “padres” de su equipo en el trabajo ¡Dios me libre! Simplemente quiero comparar que no todo el mundo tiene la experiencia y el hábito para aplicar según qué actitudes, herramientas o técnicas para conseguir de un equipo, con cariño, llegar a un objetivo común. Y quizá para eso, las madres, estemos mejor preparadas.Así que desde aquí, rompo una lanza por el beneficio que supone, para un jefe de equipo, tener hijos a cargo y ser “practicante”.