domingo, 5 de mayo de 2013

Empezar bien

4:30 am Suena el despertador
4:40 am Salgo de la ducha
4:50 am Mientras acabo de vestirme descargo el correo
4:55 am Termino de lavarme los dientes y bajo a la calle. El taxi que me llevará al aeropuerto me está esperando.

Hace treinta minutos que he abierto los ojos, pero sigo parcialmente dormida. Un hombre con americana me espera en un Mercedes. Me saluda, coge mi maleta y mientras espera que me siente y me até el cinturón, me observa por el retrovisor. No me molesta, pero se que me mira. Yo me hago la despistada. En cuanto suena el clic de mi cinturón selecciona una carpeta de su aparato de infoentretenimiento y empieza a sonar la música. Me mira por el retrovisor por última vez y se incorpora a la circulación -obviamente inexistente a esa hora-.

Conduce por la autopista a una velocidad ligeramente superior a la legal. Tras la ventanilla aún es de noche. Y yo tengo la extraña sensación de que este lunes al amanecer, encerrada en menos de dos metros cuadrados, comparto un momento íntimo con un extraño que me ha dedicado su música, perfecta para ese trayecto. Me vuelve a observar al cabo de un rato, para ver si me gusta lo que escucho. Yo, sin mirarle, esbozo una media sonrisa en señal de complicidad.

Al llegar al aeropuerto me hace un recibo y me desea buen viaje, todo como siempre. Sin embargo, este primer día de la semana ha sido diferente. Un desconocido me ha regalado música para que mi viaje sea más placentero. Son pequeños detalles que te hacen la vida más feliz. Gracias señor taxista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario