Ha sido en ese momento cuando me he percatado de que hacía más de dos meses que no volaba. Y lo mejor es que, sin darme cuenta, estaba sonriendo. Me sentía a gusto sentada en ese avión, mirando por la ventana cómo cargaban la bodega antes de despegar, escuchando una amalgama de conversaciones en diferentes idiomas (castellano, alemán, catalán e inglés) a mi alrededor y recostando todo mi cuerpo en el asiento del avión de Lufthansa.
Hoy me he dado cuenta de que en estas vacaciones he hecho lo que tenía que hacer: desconectar para poder volver a disfrutar de mi trabajo y volver a ver el mejor lado de mis viajes.
Yo también he vuelto al cole y, como cuando era pequeña, con muchas ganas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario