domingo, 4 de mayo de 2014

Día del trabajador y Día de la madre

Madre y líder de equipo



¿Cuántas veces hemos oído hablar de la dificultad de las mujeres, sobre todo si son madres, a la hora de compaginar vida laboral y profesional? E incluso que aquellas que somos madres podemos no ser consideradas para un puesto directivo, por la dificultad de gestionar hijos y trabajo.Al empezar a escribir y leer el titular Madre y líder de equipo he pensado: “Corcho, ¡si es lo mismo!”Soy madre de tres niños (12, 10 y 8) y también soy jefe de equipo (ocho personas internas y 24 externos). Ayer me di cuenta de que, por ser madre –entregada- mi equipo se podía beneficiar de ello.
He aquí mi argumentación

Seres diferentes/heterogeneidad
  • Con tres hijos, nos damos cuenta de que los niños son diferentes entre sí, a pesar de ser hijos de los mismos progenitores (y me refiero al carácter. Son personas individuales, con sus propios miedos, ambiciones, y características diferenciadoras). Aprendemos a tratarlos según necesitan ser motivados, para prepararlos lo mejor posible para la vida.
  • Un equipo que liderar, en el mejor de los casos, está formado por personas diferentes vinculadas por un objetivo común: sacar adelante el proyecto, cada cual con sus miedos, ambiciones, y características diferenciadoras. Aplicamos lo adquirido en casa, para motivar a cada miembro del equipo y llevarlo hacia el objetivo común.


Un tiempo de calidad/saber escuchar
  • Lo normal es dirigirnos a los niños a la vez: “Chicos, a vestirse” o “Mañana nos vamos de excursión” o “¿quién tiene deberes?”. Por eso, cuando realizamos una actividad solo con uno, vemos que el vínculo se estrecha y se genera una confianza que crece si, además, sabemos escuchar.
  • Solemos dirigirnos al equipo, para comunicar, o para debatir estrategias o puntos de vista, todos a la vez, y eso está bien. Pero aún está mejor si aplicamos, de vez en cuando, un tiempo de calidad con cada uno, nos escuchamos y tendemos un camino para conocernos con mayor profundidad, no solo la capa superficial.


Los deberes/las tareas
  • No todos los niños llegan a casa y se ponen a hacer los deberes, o saben cómo sacar partido real al tiempo que dedican para hacerlos. Esto lo estoy viviendo en casa en los últimos años. Ahí estamos los padres para orientarlos y ayudarlos muchas tardes, sin hacerles los deberes, claro.
  • La definición clara de tareas, el qué y el cómo, y la ayuda a la gestión del tiempo es algo primordial para que la maquinaria funcione. Se trata de supervisar a lo largo del camino, no solo en comprobar quién y cómo ha llegado a la meta.


La paciencia
  • Con los niños, paciencia es igual a amor infinito. Creo que en este punto no voy a poner ejemplos. Tan solo decir, que hay días, que miras orgullosa a tus hijos y otros… En fin, que te los comerías con patatas.
  • La paciencia aplicada al trabajo en equipo. No todos estamos de acuerdo en todo, ni tenemos todos siempre un día bueno, ni sabemos dejar en casa los problemas que no son del trabajo. Buenas dosis de paciencia son necesarias para no complicar las cosas aún más, sobre todo en momentos de tensión, que es cuando más valor adquiere esta cualidad.


Los roles
  • Lo habéis notado en casa, ¿no? Está el responsable, el irresponsable, el gracioso, el serio, el que ayuda, el que se escaquea, el que…
  • Pues en los equipos igual. Que cada miembro del equipo tenga una cualidad predominante, no quiere decir que no se le pueda sacar partido. Como ejemplo personal, yo, que soy muy, muy optimista, me va muy bien tener en el equipo al pesimista, porque equilibra muchas veces lo fácil que lo veo yo todo. Se trata de estabilizar y para ello, los roles ayudan a caminar hacia adelante.


Las promesas… incumplidas
  • No hay nada peor que la falta de confianza de un hijo en sus padres. Y esta es consecuencia directa de las promesas incumplidas. Si un niño crece sin confiar en la palabra de sus padres, clarísimamente crecerá con una deficiencia y además se irá distanciando del grupo. El miedo de un padre/madre a perder la confianza de sus hijos, nos enseña a no hacer promesas que no podamos cumplir.
  • Conocer el coste de la decepción de un niño, hacia su madre, nos educa y nos hace valorar el hecho de realizar promesas a la brava, como posible futuro premio. Como madres, controlamos mejor la promesa como elemento motivador, cuando no estamos seguros de si la vamos a poder cumplir y lo aplicamos al equipo.


Podría seguir con más motivos, pero es la hora de ponerme a hacer la cena ;-) 

Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que los jefes de equipo tengan que ser los “padres” de su equipo en el trabajo ¡Dios me libre! Simplemente quiero comparar que no todo el mundo tiene la experiencia y el hábito para aplicar según qué actitudes, herramientas o técnicas para conseguir de un equipo, con cariño, llegar a un objetivo común. Y quizá para eso, las madres, estemos mejor preparadas.Así que desde aquí, rompo una lanza por el beneficio que supone, para un jefe de equipo, tener hijos a cargo y ser “practicante”.


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