jueves, 21 de febrero de 2013

Una experiencia muy útil

¿Y por qué no...?. ¿Cuántas veces hemos formulado esta frase y nos hemos planteado una idea nueva? ¿Y cuántas veces hemos desistido de ella, o ni siquiera la hemos tenido en cuenta un minuto después de pensarla, porque no hemos creído? ¿Porque no estábamos convencidos?

Acabo de leerme un libro cuya portadilla comienza así. No es un libro románico. Es un libro de empresa, lo cual queda muy claro en el párrafo siguiente que no he reproducido aquí. Sin embargo al acabarlo he pensado: "esto lo tengo que compartir en el blog" porque a través de su experiencia de vida, David González Castro, nos cuenta qué le ayudó a conseguir el éxito en lo que se propuso, en qué se equivocó y con qué se ha quedado de todo ello. En su caso fue una empresa, pero es aplicable a cualquier proyecto o momento de la vida.

Es una historia que relata que las cosas pueden cambiar cada día. Después de presentarse, el protagonista nos explica su paso por los Boinas Verdes y cómo esa experiencia le enseñó y le marcó un código de actuación muy claro "se valora muy poco lo que se tiene, hasta que se pierde (refiriéndose a la comida)" de la que se deriva una frase que yo he oído a menudo en mis siete últimos años: "cuando no se tiene nada, no hay miedo a perder nada", en relación al nacimiento de las iniciativas de negocio en Internet frente a los grandes, estancados, sobredimensionados y lentos medios de papel.

Emprendedor es una etiqueta que está de moda, que se asocia al mundo de la empresa y que lleva inherente la pasión, la lucha y el desvelo por un proyecto. Pero para mí, emprender es ser capaz de tener sueños, creer en ellos y llevarlos a cabo. Y los sueños abarcan muchos más campos que el de la empresa.
Además, ¿qué arranca más pasión, que un sueño y se vuelve más erótico, que el éxito?

Rápida y enriquecedora lectura: La Convicción en digital o en papel

domingo, 6 de enero de 2013

Sin presiones...

Se hace camino al andar


Llevaba una semana mentalizándome. Quería ser como ellos. Cada vez que los veía pasar por mi lado, envidiaba su cara de felicidad. Así que me lo puse como meta para 2013. Salir a correr.
Los antecedentes son sencillos: Odio correr. Me canso. Sin embargo, envidio a los que lo hacen; es que se les ve tan ligeros...

El día 31 de diciembre dije a mi familia que saldría a correr. Pero no lo hice.

El día 1 de enero, llegué hasta ponerme la ropa adecuada para salir, pero luego...oye, entre una cosa y otra, no conseguí salir. Y en invierno, ya sabéis. Oscurece muy pronto.

El 5 de enero se me presentó otra oportunidad y esta vez no debía desaprovecharla. "Motivación y metas cortas" pensé, "como cuando dejé de fumar."  Soy una mujer tecnológica -bueno, algo tecnológica-. Así que me bajé una aplicación al móvil para saber tiempo, recorrido, medias y calorías. Volví a vestirme con la ropa de correr y cogí unos auriculares para escuchar la radio. Arranqué la aplicación y empecé a correr.

Vale, correr, correr, no corrí mucho, pero me marqué una meta: la aplicación me dijo que en 35 minutos había recorrido 4,7 kilómetros. Ahora ya tengo una meta alcanzable. Superarme. Y además paré para hacer fotos y enseñarnos por donde había corrido.

Lo mejor: la sensación de disfrutar de la naturaleza bajo el sol de invierno y lo bien que me he sentido al llegar. Y oye, sin presiones...

Escenarios de la novela de Marga N. Rotger Así, sin avisar

jueves, 3 de enero de 2013

así, sin avisar

Mi primera novela de ficción, con tintes románticos contemporáneos y chick lit, publicada en Amazon

Como me está costando publicar en Amazon y como me lo habéis pedido alguna. Os dejo el Capítulo 1 de la novela. Espero que os guste. En cuanto tenga el link a Amazon, lo incluiré en esta entrada. Añado también la sinopsis y os aviso de que tiene un prólogo, pero ese ya lo descubriréis en el libro.

Sinopsis
Una ciudad, Barcelona. Una casa en el campo. Una herencia. Una adicción, el trabajo. Un mundo controlado, perfecto, a punto de dar un vuelco radical al tropezar con el primer y gran amor de su vida.
Un caso de moobing, un deseo a flor de piel y los locos consejos de su mejor amiga harán que todo lo que Ana conoce y controla se desvanezca.
Tres retos y tres escenarios que entretejen una vida, la de Ana.



Capítulo 1
Mayo de 2012

La música inundaba todos sus sentidos y estaba absolutamente concentrada en las indicaciones del monitor. Estaba bañada en sudor. Le sudaba la frente, las manos le resbalaban y su camiseta marcaba dos cercos bajo las axilas.
«Joder», pensó, «me suda hasta el mismísimo trasero.»
—¡Venga, chicos, última subida, os lo prometo! —gritó el monitor.
Pese a que no podía más, se obligó a seguir. Echó un vistazo al mapa que aparecía en la pantalla y comprobó que efectivamente estaban llegando al final de la etapa. Apretó los puños, cerró los ojos, se subió sobre los pedales y dio lo último que quedaba de ella para, segundos más tarde, aflojar el ritmo. Con una mano cogió la toallita y se secó el sudor de la frente.
—¡Bien, chicos, buen trabajo! Os habéis ganado una ducha. Hasta el miércoles —se despidió el monitor.
Ana cogió su mochila y se fue empapada en sudor a casa. Solo tenía que cruzar la calle. No le molestaba ducharse en el gimnasio, pero prefería hacerlo en casa. Sobre todo cuando iba a la última sesión de spinning.
Mientras subía en ascensor hasta el ático donde vivía, miró la hora en el móvil.
«Dios, es tardísimo.»
Abrió la puerta de su piso de dos habitaciones. Dejó las llaves sobre la cómoda que tenía en la entrada y tiró la mochila al enorme puf que había bajo el pasaplatos. Entró disparada al baño y se dio una ducha. Bajo el chorro del agua empezó por fin a relajarse. Y su mente voló una vez más a su trabajo. Ese día le habían comunicado que Rosa, una de las product manager de cosmética, cogería la baja maternal la semana siguiente. Ella debería asumir también sus productos. Ana llevaba las marcas de pintauñas y pintalabios, pero ahora iba a tener que hacerse cargo también de sombras de ojos, maquillajes y coloretes. Más trabajo, más viajes… Pero podía ser el trampolín para dar el salto.
Salió de la ducha y se puso el pijama. Se preparó un plato de pasta y en el momento en que se sentaba, sonó el teléfono.
—¿Sí?
—¡Ana! Tengo que hablar contigo. —Era Marta, su mejor amiga—. Tienes que sacarme sí o sí a cenar y luego a bailar y, si puede ser, a ligar.
—Pero ¿qué pasa? —preguntó Ana—. ¿Te has peleado con Pepe?
—No, sí, bueno, no. Estoy cabreada con el mundo, con la vida, pero sobre todo, no aguanto más en casa. Se me cae encima. Los gemelos no paran de correr en direcciones opuestas y yo ya no puedo más. Me siento una vieja prematura.
—¿Ves como no era tan guay eso de que empezaran a andar? —contestó Ana con sorna.
—¿Y por qué todo el mundo afirma que es maravilloso? —Marta hizo un mohín que Ana no vio, pero que se imaginó perfectamente por el tono de su amiga.
—Entonces, ¿qué tal el jueves? Salimos a cenar y te llevo a la terracita del Hotel Condes de Barcelona. Acaban de inaugurar la temporada de verano. Es muy chula, se ve la Pedrera y como el aforo es bastante limitado, no da sensación de agobio.
—No. Quiero ver gente. Quiero agobio. Quiero que me vean y no quiero guiris.
—Ok, Marta. Busco un sitio que cumpla las expectativas.
—Perfecto —respondió su amiga—. ¿Tú qué tal?
—Pues mira, hasta que me has llamado histérica porque no puedes más con los niños, estaba pensando en quedarme embarazada.
—¿De quién? ¿Del Espíritu Santo? —Tras un microsegundo, le volvió a preguntar—: ¿O es que te has vuelto a echar novio?
—Ni novio ni ganas de novio. ¡Si no tengo tiempo! —respondió Ana en su tono habitual de «estas cosas no me interesan»—. Resulta que Rosa se ha vuelto a quedar embarazada y vuelve a ser un embarazo de riesgo, o sea que ya se ha cogido la baja y me toca a mí llevar sus líneas de producto.
—¿Más muestras gratis para tus mejores amigas?
—¡Marta! ¿Eso es lo único que te importa? Voy a tener que currar el doble y a ti te da igual.
—¡Ah! Señorita ejecutiva. Es lo que usted se ha buscado. Cuando decidiste enfocar toda tu energía en tu carrera profesional y convertirte en la dueña del mundo de los cosméticos sabías que estas cosas pasan. Y piensa que si te lo dan a ti es porque confían más en ti que en Victoria. Así que no te quejes. Que en lugar de escuchar historias de amores y sexo desenfrenado, de ese que yo ya no disfruto desde que soy madre, me tengo que tragar aburridas conversaciones sobre marketing y ventas — espetó Marta—. ¡Que me tienes aburrida! Bueno, seguro que te sales con la tuya: elevas las ventas de la marca y encima te dan el ascenso que esperas desde hace siglos. ¿Nos vemos en tres días? Y ya que estamos, ¿me traerás un par de muestras de todo lo que puedas? —preguntó risueña.
—Vale, pero prepárate —respondió Ana entre risas—. Vas a flipar con el sitio al que te voy a llevar.
Ana colgó el teléfono aún sonriendo. Encendió el iPad y revisó el correo. Lo tenía cargadito debido a todo el traspaso de información para poder gestionar las líneas de producto que le acababan de dar. A las once y media decidió cerrar el ordenador, llevar el plato a la cocina y regar las plantas. Desde su pequeño ático, con su pequeñito balcón lleno de plantas, las vistas de Barcelona eran sensacionales. Es cierto que no se veía el mar, pero podía ver el Tibidabo y las terrazas de los áticos de sus vecinos más bajos. En pocos días volverían a animarse y a cobrar vida propia. Una vida que ella observaría desde su balcón, a oscuras, mientras revisaba el correo o terminaba la última presentación de turno. Había decidido apostar por su carrera pero a veces notaba cierta punzada de envidia de esas reuniones bajo las estrellas del verano, tan relajadas, que veía desde su piso.
Era un mayo caluroso. Apenas acaba de empezar y podía estar en el balcón en pijama sin sentir frío.
«Probablemente junio será lluvioso», pensó.
Guardó la regadera en su sitio, apagó las luces y entró en el baño para lavarse los dientes. Siempre se los lavaba mirándose al espejo. No entendía por qué la gente se agachaba y se cepillaba en esa postura. A ella le daba dolor de espalda y tampoco babeaba tanto como para tener que estar sobre el lavabo. Escupió la pasta y se quedó mirando en el espejo. Le vino a la cabeza la chorrada que había dicho de tener hijos. Tenía treinta y dos años pero no había sentido la famosa llamada de ser madre. No. Aún no quería tener hijos.
Se cepilló el abundante y ondulado pelo castaño oscuro porque sabía que no habría otra manera de poder domarlo a la mañana siguiente. Su pelo era un fiel reflejo del resto de su físico, y hasta de su carácter: tenía el pelo fuerte, vigoroso, como toda ella. Con un metro setenta de estatura no estaba ni entre las más altas ni las más bajas de las mujeres españolas. Su amor por el deporte, ya desde pequeña, había perfilado un cuerpo que, de constitución delgada por genética, se había modelado siguiendo las formas de sus músculos. Era atlética, pero no musculosa. Más bien fibrada hasta llegar a la espalda, cuya amplitud era una clara consecuencia de una infancia dedicada al deporte.
Cuando terminó de cepillarse el pelo se aplicó la crema de noche. Nunca había sido especialmente de cremas, hasta que entró a trabajar en su empresa actual. Había tenido que aprender a usar los cosméticos y se había acostumbrado a ellos. Extendió la crema por el óvalo de su cara e insistió en la zona del entrecejo. La miopía era la causante de las dos finas y profundas arrugas que se le marcaban sobre la nariz. Era lo que confería a su cara cierto aspecto de dureza y hasta de intransigencia. Tenía que sonreír mucho y muy a menudo para poder contrarrestar el efecto que producían esas arrugas entre sus anchas aunque perfectamente delineadas cejas.
Era una mujer atractiva, con un mercado muy definido. No gustaba a todos los hombres, pero gustaba al tipo de hombre por el que ella también se sentía atraída; y eso la tenía satisfecha.

Ya era jueves. Una ducha reparadora para eliminar el cansancio de un duro día de trabajo y, con la toalla alrededor del cuerpo, Ana oyó vibrar su móvil. Era un whatsapp:
Marta: ¿Me pasas a buscar por casa?
Ana: Ok.
Marta: Coche, no?
Ana: No, moto.
Marta: Joooo, no quiero salir con el pelo chafado.
Ana: Pues quedamos ahí.
Marta: Es que no quiero conducir, quiero emborracharme.
Ana: Coger coche es un coñazo para aparcar, resopló mientras escribía.
Marta: Yo pago parking.
Ana: No es eso… es por pereza. En lugar de parking, págate un taxi y quedamos ahí.
Marta: Es que quiero ir contigo, y así ya vamos charlando.
Ana: Eres una pesada. Te recojo en COCHE a las 21:00. Espérame en la portería.
Marta: Eres un sol.
«Y tú, una vaga redomada», pensó Ana con una sonrisa. Pero la verdad es que le apetecía mucho ver a Marta. Se secó el pelo, se enfundó sus tejanos Gap, las camperas de media caña y una camiseta blanca con una americana marrón.
Como todas y cada una de las veces que Ana quedaba en recoger a Marta, le tocaba esperar cerca de diez minutos en la portería, y como todas y cada una de las veces que le pasaba esto, a cada minuto que pasaba estaba más y más enfadada. Por fin apareció Marta y le dedicó una sonrisa de oreja a oreja.
—Estás guapísima —la miró de arriba abajo y luego le dio un abrazo—. Eres mi ángel salvador, mi arcángel Gabriel, mi sol, mi luna, mi…
—Para el carro, guapa, que nos conocemos. —Ana ya se estaba riendo—. Lo que soy es incapaz de comprender que llegues siempre más tarde que yo a la portería de tu casa. —Y puso especial énfasis en estas cuatro últimas palabras.
—¿Quieres una excusa o quieres la verdad verdadera? —preguntó Marta con una sonrisa jueguetona, sabiendo que a su amiga ya se le había pasado el enfado.
—En realidad, no quiero saber nada. No creo que a estas alturas de la película vayas a cambiar.
—Ok. Tú mandas. ¿Dónde me llevas esta noche?
—Cenaremos en un italiano exquisito, en la calle Ganduxer, y luego…
—Y luego vamos a Bikini ¿sí? Di que sí, por favor.
—Ni de coña —respondió Ana poniendo los ojos en blanco mientras se subían al coche—. Luego ya veremos.
Ana conocía a Marta desde que tenían diez años. Fueron juntas al colegio y aunque luego Marta estudió Derecho porque no sabía qué estudiar y Ana se decantó por Administración de Empresas, nunca habían roto el contacto. Al acabar la carrera, Marta entró de prácticas en un bufete y antes de terminar el año ya se había prometido con Pepe. Era el mejor amigo de su hermano, cuatro años mayor que ella. Informático y consultor en Accenture. Marta se negó a quedarse embarazada tan pronto y acordaron que se pondrían a ello al cumplir los treinta. Pero las cosas se complicaron y al ver que no llegaban los niños, recurrieron a la reproducción asistida. Hacía catorce meses que Marta había dado a luz unos preciosos gemelos que la estaban volviendo loca. Uno de ellos era ahijado de Ana.
El restaurante, muy de moda en la zona alta de Barcelona, era un italiano monísimo de excelente calidad-precio. La decoración era un acierto. Tenía muebles, sillas, sofás y sillones de diferentes épocas y diferentes estilos. Toda la puesta en escena aderezada con candelabros, jarrones y espejos entre otros objetos de decoración, dispuestos con un gusto exquisito. Era un sitio perfecto para ver y dejar verse; justo lo que necesitaba esa noche Marta.
—Me encanta. Gracias, Ana —dijo con una sonrisa arrebolada—. ¿Cómo conoces tantos sitios chulos?
—Bueno, éste está al lado de mi casa, así que ha sido fácil —sonrió—, pero además ya sabes que forma parte de mi trabajo. Cuando montamos eventos de presentación de producto, cenas con clientes, con proveedores…, la agencia se encarga de muchas cosas, pero hay otras que me gusta supervisarlas personalmente.
—¡Cómo envidio esa parte de tu trabajo! ¡Oh! Mira. Bueno, no mires. A tu derecha, en la mesa de ocho, acabo de ver al marqués.
—¿Qué marqués? —preguntó Ana frunciendo el ceño en un esfuerzo por recordar si conocía a algún marqués.
—Si tendrás morro de no acordarte. El marqués es ese amigo de Pepe que te beneficiaste en mi boda.
—¿Quién, Ignacio? ¿Era marqués? No tenía ni idea. No lo veo. —Giró automáticamente la cabeza hacia su derecha para ver si lo localizaba.
—¡No te muevas! —apremió Marta quedamente—. Viene hacia aquí. —Se concentró en su plato, como si tuviera un apetito insaciable.
—¡Marta, qué sorpresa! —El marqués llegaba sonriente a saludarlas.
—¡Ignacio, cuánto tiempo! —dijo Marta—. ¿Has venido con tu mujer? No la veo.
—No… es una cena con gente del trabajo. Estás increíblemente guapa y felicidades por los gemelos. Nadie diría…
—¿Te acuerdas de Ana? —cortó ella. Ignacio se giró hacia Ana y dijo—: Desde luego, cómo olvidarla.
—Hola, Ignacio, yo sí que hacía tiempo que no te veía —Ana sonrió educadamente. Después de un par de frases de cortesía y de darle recuerdos para Pepe, volvió a su mesa.
—¡Por el amor de Dios! Pero si está fatal, gordo, calvo y con una sonrisa libidinosa que para qué. Si te ha desnudado con la mirada. Marta, ¡no ha parado de mirarte las tetas! De hecho —continuó Ana—, acabo de recordar que esa noche que dices que me lo beneficié, y que estábamos los dos muy, muy borrachos, me dijo que estaba enamorado de ti.
—¿Y me lo dices ahora?
—Me olvidé —dijo Ana alzando las cejas—. Además, tú solo tienes ojos para Pepe. Supongo que pensé que te incomodaría estar con él cuando coincidierais y luego se me olvidó.
—En fin, no tienes remedio. Bueno, cuéntame tú. ¿Quién te quita ahora el sueño?
—Ahora mismo la que me quita el sueño es Rosa y su baja por embarazo de riesgo.
—Estoy hablando de chicos, tíos, hombres, no de trabajo.
—Pues estoy en periodo de sequía y así seguiré hasta que esa señora vuelva de la baja maternal. No tengo tiempo.
—¿Con cuántos hombres te has acostado? —preguntó Marta con picardía.
—¡Marta! Lo sabes perfectamente… —se ruborizó—. Con unos cuantos.
—Ya, pero ninguno te ha durado más de nueve meses. Como un embarazo —Marta soltó una carcajada—. Bueno, uno sí, el primero te duró unos cuantos años… Pero en realidad no debería contar, porque fue una historia rara, ¿no? —Entrecerró los ojos como si quisiera recordar—. ¿Cómo se llamaba?
—Matías —respondió Ana—. Sí, fue una historia rara.
—Ese tío te marcó.
—Que fuera mi primer novio no quiere decir que me marcara. Esa leyenda de que las mujeres nunca olvidamos a los que nos desfloran es una patraña.
—¿Cuándo fue la última vez que supiste de él?
—En el 2000, hace doce años.
—Sí que te acuerdas —dijo Marta con cantinela.
—Bueno, ya sabes, el cambio de siglo nos hizo evolucionar en algunos aspectos y, como es un número redondo, es fácil acordarse. Por cierto —dijo Ana para cambiar de tema—, Ignacio no te quita ojo de encima. ¿Cuánto hacía que no os veíais?
—Desde su boda, hace cuatro años.
La cena acabó entre risas y recuerdos del pasado. Resultó fácil gracias a las dos botellas de vino tinto. Marta resolvió que ya era suficiente, y Ana la acompañó a casa. Ella ya sabía que no habría que ir a ningún sitio más. Marta estaba siempre muy cansada desde que había tenido a los gemelos. Después condujo hasta su casa y, una vez arriba, regó las plantas.
Hizo una excepción y se sentó en el balcón a fumarse un cigarrillo. Era de esas extrañas personas que fumaba de vez en cuando, y un paquete podía durarle seis meses.

Siempre se reía con Marta, pero el vino y su amiga le habían traído a la mente el recuerdo de alguien en quien hacía tiempo que no pensaba. Ya no había dolor por la mentira del primer hombre del que se enamoró y cuya traición le había hecho desconfiar para siempre en las relaciones que vinieron después. Pero volvió a preguntarse, una vez más, qué habría pasado si le hubiera creído cuando le dijo que le quería. ¿Qué hubiera pasado si no se hubiera marchado con la cabeza alta y sin mirar atrás? Él nunca volvió a llamarla. Y sus padres vendieron el apartamento de la playa. Nunca más había vuelto al pueblo y aunque hacía años que se lo había planteado, le parecía ridículo remover las cosas. ¿Con qué fin? Encendió el ordenador y buscó su nombre en Facebook, Linkedin y Twitter.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Mi primera bodega

Entre viñas toledanas


Lo que más me gusta de tener un blog que alimentar es que me obliga a mirar los detalles. Hay veces -muchas, casi todas- que pasamos por la vida como si estuviéramos corriendo sobre una cinta del gimnasio: vista al frente, en un punto en concreto, nuestro objetivo, y movimiento rápido de piernas. Sobre todo en esta vida profesional que llevo yo en la que a menudo nos llevan de un sitio para otro y nos ofrecen la oportunidad de hacer mil cosas; sin embargo, nos pasamos el rato mirando el reloj porque "vamos con el tiempo justo".

El blog me ayuda a fijarme, a detenerme y a disfrutarlo para poder contároslo. Si a mí no me gusta la experiencia, ¿cómo os va a gustar a vosotros?

Hace unos días, en una apretadísima agenda tuvimos el gusto de disfrutar de la visita a las Bodegas Constanza, en Toledo. Vimos los viñedos, visitamos las instalaciones e hicimos un maridaje de vinos y chocolate.


Es una bodega muy moderna, con apenas 13 años, pero con mucho carisma. Desde fuera se ven tres edificios unidos de distintos materiales, fiel reflejo de lo que está sucediendo dentro de ellos: El de madera, alberga las barricas, el de metal, las cubas de acero inoxidable y, el de cristal, la planta embotelladora.

Dentro y pese a ser prácticamente todo cristal han diseñado el espacio de manera muy acogedora. Allí nos dieron de comer un menú de caza, actividad anfitriona de la provincia en la que nos encontrábamos. De postre, un maridaje de cuatro caldos: un tinto, dos dulces y un brandy, con tres tipos de chocolate y, al atardecer, subimos a ver las doscientas hectáreas de la finca, desde la azotea.

El vino, la tierra y la caza, enmedio de un paisaje rodeado de cepas en invierno, mientras el sol había caído ya tras las montañas. Un reencuentro con la esencia.

Ha sido mi primera bodega, pero no será la última.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Cómo poner la mesa en Navidad

Hay cosas que se me dan bien y otras que no. Para una mujer, ser consciente de que no sabe combinar ni colores ni texturas es ligeramente traumático. Por lo menos para mí lo es; lo fue... Ya lo tengo asumido. Lo peor es que tan asumido lo tenía que hasta había tirado la toalla. Llamadme perfeccionista, pero cuando sé que algo no se me da bien, le ponga el empeño que le ponga, suelo tirar la toalla. ¡Pues es un error! Y eso lo descubrí el otro día al participar -por sorpresa-, en un taller de decoración de mesas de Navidad impartido por dos encantadoras y estilosas mujeres de Los Peñotes, de Madrid.

Pusieron a nuestra disposición todo tipo de "cosas" necesarias para preparar una mesa para dos y nos propusieron tres estilos. Éramos dos grupos y uno se decidió por una "Navidad urbana" y nosotras  una "Navidad campestre". Casi me da un acceso de pánico al enfrentarme a la decoración, pero entre risas superamos la prueba y conseguimos montar la mesa.

Os dejo unos consejos que nos dieron que creo son esclarecedores:
1.- Primero se pone el textil (mantel o camino), después el arreglo floral y por último la vajilla. Obviamente yo lo hacía al revés.
2.- A la hora de combinar colores no sobrepasar el número tres :-)
3.- Los arreglos florales nos ayudan a suavizar, a matizar las estridencias, (sobre todo si son verdes) pero han de estar dispuestos de manera que no tapen la visión entre unos comensales y otros (ya, eso es de cajón...)

Merece la pena apuntarse a estas actividades. Se pasa un rato agradable y divertido y además aprendes un par de trucos. Puede ser una experiencia divertida para pasar entre amigas, o conocer amigas nuevas.
Foto 1: Decoración Navideña Urbana
Foto 2: Decoración Navideña Campestre
Foto 3: Decoración Navideña Tradicional
 

¡Buenas fiestas!

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Mundos mágicos, enfrente de ti


"Me aburro". Una sentencia que cuando la oigo o la leo me hace venir a la cabeza una tarde de domingo, en casa, tirada delante del sofá y viendo pasar antes mis ojos un montón de imágenes vomitadas desde el televisor. Y, al final, cuando llega la hora de la cena, la convicción de haber perdido un tiempo precioso.

Con esa sensación de hastío es cuando empezamos a imaginar que nos gustaría estar aquí, o allá; viviendo otras vidas, haciendo otras cosas... Os propongo una solución para esos momentos de aburrimiento. Id al parque. Aunque haga frío, o calor, o el tiempo no acompañe. Si tenéis un gran parque cerca, pasear por él será como disfrutar de un mundo mágico. Los parques tienen vida propia y si te mimetizas con ellos, te pueden ayudar a limpiar el alma.

El secreto es mirar, observar. Y fijarse en los pequeños detalles (como no). En el parque conviven un montón de historias que son fáciles de percibir. Mucho mejor que una tarde que se escurre entre los dedos y que deja una angustia de pérdida en el alma. Os invito a probarlo: Id al parque a ver e imaginar historias.

Ya me contaréis.


domingo, 16 de diciembre de 2012

A ciegas, de Noe Casado

Noe Casado es otra de las autoras del género romántico y erótico que entran en mi lista de escritoras españolas de las que me gusta estar atenta a las novedades que publican y de las que recomendaría. El primer libro que leí de ella, "Treinta noches con Olivia", me gustó. Es una novela romántica, erótica, contemporánea y que sucede en España. Pero no hice reseña porque aún no tenía este blog, ni tan siquiera la intención de crearlo. Pero ahora toca habla de "A ciegas".

Sinopsis
Luke Adams es un agente de policía a punto de cumplir cuarenta años, está divorciado y lleva un estilo de vida más o menos organizado que no se plantea cambiar. Es un hombre duro y directo al que le gusta el sexo, pero que no tiene previsto volver a introducir una mujer fija en su vida. Sin embargo, tiene una fantasía pendiente: seducir de una vez por todas a Dora, la amiga de su mejor amiga; una rubia esquiva y descarada que lleva rechazándolo demasiado tiempo. Un reflejo de él, pero del sexo opuesto.

Mientras aguarda a que ella caiga rendida a sus encantos, el comportamiento de Luke está lejos de ser el de un monje... Se entretiene con amigas dispuestas a pasar un buen rato, y a las que siempre deja muy claro que no han de esperar nada más de él, porque no está dispuesto a alterar su actual modo de vida.

Opinión
No es una trama con sexo, es mucho sexo con una pequeña trama. Encajará bastante como una lectura recomendable para aquellos a los que gustó "50 Sombras de Grey". Para mí, lo mejor es el personaje de Luke, lo que da verosimilitud a la historia y encamina el hilo argumental.
Echo de menos el cierre de algunas de las mini historias de los personajes secundarios. Así como una ubicación espacial; un dónde se desarrolla la historia. Parece que esté escrito con prisas y la narración no se detiene en los  detalles, (algo que no sucede con el de "Treinta noches con Olivia").

A destacar, las escenas de sexo (y teniendo en cuenta que es la mayoría del libro...). Son muy verosímiles, con su punto arriesgado, pero sin incomodar al lector. Explica escenas que no todo el mundo practica (tríos o sexo en público) como algo natural, fácil de aceptar.

No es el mejor libro de esta autora y, no me gustaría que pudiera ser descartada de la librería si la juzgamos solo por esta novela.

Lo recomiendo sin duda para aquellas lectoras a las que les guste la literatura erótica. Se lee muy bien y el precio invita.

martes, 11 de diciembre de 2012

Una mujer extraordinaria

Arranco con esta entrevista o pequeño perfil la sección de personas extraordinarias. Un lugar en el mundo donde mostrar que famosos o no, hay muchas personas que conocerlas puede enriquecer nuestro día a día. Todos llevamos una persona extraordinaria dentro, solo tenemos que dejarla salir.

Montañesa por tradición, montañera por afición y médico por devoción


Mujer, madre, montañesa, montañera y doctora en medicina y cirugía. Es la primera mujer en ser Máster en Medicina de Montaña. Ella es Mª Antonia Nerín. Una mujer que lleva su vocación de curar unida a su pasión por la montaña a los remotos lugares por donde pasa, para continuar su investigación sobre el efecto de la altura, congelaciones y otras patologías de la montaña y de la Extrema Periferia.

La conversación con la doctora me podría dar para cuarenta entradas más. Anécdotas buenas y malas, historias de alpinismo, de rescates extremos, de gentes de pueblos cercanos y lejanos, de personas que confían en ella. Historias de amor, de pasión y de dolor. Historias de política de proyectos viejos y proyectos nuevos... en fin, mil historias que hoy se tienen que quedar, de momento, en el corazón.

Entre los muchos proyectos que lleva a cabo hay uno que me ha robado el corazón: Un hospital entre el cielo y la Tierra, del que os dejo aquí mismo un enlace al trailer de la peli. Os aseguro que no deja indiferente: http://webdocumental.unhospitalentreelcieloylatierra.com/2011/04/un-hospital-entre-el-cielo-tierra.html

(En la foto inferior, Mª Antonia y José Ramón, atendiendo a una mujer nepalí embarazada, de una cornada de Yac, en la barriga)

Es esta una historia de solidaridad, de vocación y pasión. Una visión pura sobre los principios de la medicina y de la montaña que arrancan dos profesores de universidad, José Ramón Morandeira y Mª Antonia Nerín, uniendo pasión y vocación.

Al entrar en el blog lo primero que leo es esta pregunta: "¿Por qué dos profesores universitarios arriesgan su vida, viajan lejos de su familia y prescinden de lo material para montar un hospital, y allí salvar vidas?"
Mª Antonia: No es fácil explicarlo en dos líneas. Es por eso que hemos hecho la peli de la que en breve se presentará el corto, de 18 minutos. El proyecto consiste en llevar un hospital a Nepal cuya misión es la de facilitar la asistencia sanitaria a personas que, en muchas ocasiones, necesitan caminar o ser transportadas durante 8 ó 10 días para llegar al punto sanitario asistencial más próximo.

P: ¿Por qué en el Himalaya?
Mª Antonia: Nepal es uno de los países más pobres de Asia, donde las condiciones existentes son parecidas a las que había hace 200 años en nuestro Pirineo... no hace tanto, si lo piensas. Quien más se debería de beneficiar de nuestra investigación y de nuestra actuación son los propios montañeses, el principal activo a defender en la montaña, por delante de cualquier otro, deportivo, moral o ecológico.

P: Me comentas que tu papel en esta vida es pasar por el mundo intentando hacer el bien y curando enfermos, ¿por qué la montaña?
Mª Antonia: Creo que son los que sufren unas patologías que están un poco dejadas de la mano de la investigación y, además, por su ubicación, muchas veces no es fácil que reciban asistencia, por lo tanto, bien habrá que llegar hasta ellos.

La doctora Nerín se va mañana a la Antártida, a seguir con su investigación en la Extrema Periferia. Podréis seguir sus vivencias en: http://grupossm.blogspot.com

Mucha suerte, Mª Antonia, y gracias por tu trabajo y la pasión que depositas en tu vida.

martes, 4 de diciembre de 2012

Lisa Kleypas - Donde empiezan los sueños

¡Cómo me gusta esta autora!

Todos sus libros me gustan, pero éste, el que más. Donde empiezan los sueños se ubica en el género de la romántica-erótica histórica. La historia se sitúa en el Londres de 1830 y aunque la trama es ligeramente conocida, la manera de contar de Keplas te atrapa y no te suelta hasta que terminas hasta los agradecimientos.

Sinopsis
Zachary Bronson es un nuevo rico de la época al que la alta sociedad londinense no acaba de  aceptar en sus círculos, pero que tampoco puede prescindir del dinero que les ayuda a generar. Holly Talor es una viuda aún enamorada de su marido. Él es grande, tosco y bruto; ella es dulce, recatada e inalcanzable.

Un beso a oscuras es el detonante que hará que Zachary quiera tenerla a su lado, y con la excusa de contratarla para aleccionar a su familia en los protocolos de la clase alta le ofrece un puesto de trabajo.

Opinión
Como decía, la historia no es novedosa, pero todo lo que sale de la pluma de Kleypas se convierte en nuevo, en mágico, por su manera de narrar. Si eres aficionada a este género porque te gusta tener los sentimientos a flor de piel, mecidos por el aura del romanticismo y el deseo, disfrutarás de esta novela. Durante la lectura mantienes el corazón encogido, la piel de gallina página sí y página también y no puedes soltarlo. Lo empecé ayer a las nueve y media de la noche, después de acostar niños y lo terminé dos horas antes de que sonara el despertador para ir a trabajar. Sí, soy una  inconsciente, pero pasé una noche inolvidable. Espero que os suceda lo mismo.




domingo, 2 de diciembre de 2012

Los beneficios de una fiesta pijama

Si de niñas nos gustaban las fiestas pijama, ¿por qué las hemos dejado en el recuerdo?
Señoras, recuperémoslas. Y no me refiero a salir de marcha a tomar unas copas. Eso también, claro, pero donde esté una noche tomando una copita delante de la chimenea o una mañana  "siguiente" desayunando juntas (desde las 11:00 hasta las 14:00, vaya desayuno), que se aparte cualquier noche discotequera.

Siete mujeres, diferentes contextos, diferentes sectores, mil temas. Todas periodistas. Imagináoslo...

Escuchar, hablar, compartir, quitarnos la palabra de la boca. Descubrir, aprender, encontrar... Ha sido impresionante. Nos lo hemos pasado bomba y nos hemos quedado con ganas de repetir. Y probablemente esa sensación es la que ha puesto la guinda al encuentro. 

Aconsejo que busquéis una oportunidad para hacerlo también vosotras. Y la excusa de no tener tiempo, no vale. Los beneficios de un fin de semana así son mejores que un mes de terapia con el mejor psicólogo de tu ciudad. Una vez oí que las mujeres españolas cada vez acudimos más a profesionales para que nos ayuden con nuestros problemas de coco y que esto era porque al incorporaremos al mundo laboral habíamos dejado de dedicar tiempo a nuestras amigas; a contarnos nuestras cosas, a reír, a opinar y a consolarnos cuando hace falta. Y creo que es cierto. 

Tenemos algo, las mujeres, que los hombres no tienen, pero que desgraciadamente, a medida que nos hacemos mayores vamos olvidando y eso nos hace perder nuestra fuerza y nuestra perspectiva: las fiestas pijama. Recuperémoslas a cualquier edad. La unión hace la fuerza.

Al calor de una chimenea


Un desayuno compartido variado y abundante para que dure toda la mañana ;-)


La vuelta a casa, el sábado por la tarde, con los Evoques

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Unas horas en Florencia

Sí, lo sé. Florencia es preciosa. Lo hemos oído millones de veces. Y lo fuerte es que aún sabiéndolo, me dejó con la boca abierta, con los ojos desorbitados, con el espíritu agitado y con la sensación de pérdida cuando me fui. Y eso que apenas vi nada. 

Viajo mucho, a muchos sitios, pero veo poco más allá de unos fantásticos hoteles en los que solo me da tiempo de dormir y, a veces, de leer un poquito. Pero en este viaje a Florencia, no solo pudimos hacer una pequeña ruta por La Toscana sino que también pudimos dar una vueltecita de hora y media por el centro de la ciudad.



Os dejo mis recuerdos y os invito a que no demoréis vuestra visita a esta magnífica ciudad. Lo que más me impresionó: La Fuente de Neptuno. Os aseguro que no es "una estatua más".
La Fuente de Neptuno

La Catedral, Santa María del Fiore

Estatua de Benvenuto Cellini... y sus candados

Puente Vecchio

Hasta el próximo viaje!

sábado, 24 de noviembre de 2012

La saga de los longevos de Eva García Saénz

Muy gratamente sorprendida

Sinopsis
Esta novela con tintes históricos y con grandes dosis de ingredientes románticos es la primera de una saga familiar que arranca en el Museo de Arqueología de Santander en el año 2012. Una novedosa revisión del mito de los inmortales, planteada desde un insólito punto de vista: ¿sería posible, a la luz de la ciencia actual, que alguien no envejeciera más allá de los 30 años?

No se trata de inmortalidad, sino de longevidad.

Adriana, una joven y resuelta prehistoriadora y conocedora de las excavaciones arqueológicas regresa a su Santander natal, contratada por el museo de arqueología. Vuelve a la casa de su infancia, donde quince años atrás se suicidó su madre, en extrañas circunstancias; una conocida psicóloga de cabecera de la alta sociedad cántabra.

Iago del Castillo, director del Museo y jefe directo de Adriana es un longevo de 10.300 años. Dos carácteres que chocan desde el primer momento, pero entre los que  surge una intensa atracción que ambos intentan ignorar. No imaginan que su pasado determina su destino. Cuando descubran la cruda realidad y reaccionen, las consecuencias de sus actos les dejarán marcados para siempre.

Mi opinión
Es una novela extraordinaria y la primera que recomiendo cuando me preguntan: "Tú que lees tanto, ¿qué me aconsejarías?" Cumple las expectativas de aquellos lectores a los que les gusta la novela romántica, pero también cuenta una historia muy original y muy bien conseguida.

La descripción de los personajes y sus carácteres quedan perfectamente reflejadas a lo largo de toda la novela. Cierra los enigmas de una manera coherente y te deja con ganas de más. Es un perfecto primer libro de una saga de la que espero con impaciencia que haya más.

Es de los que no se sueltan hasta el final. Disfrutadlo.






jueves, 22 de noviembre de 2012

Romántica y erótica

El otro día en el avión un compañero de trabajo me dijo:
"¿Qué lees?" y yo respondí atrevida: "una novela romántica".
 Vale, no osé decirle el título,  aún estoy trabajando en la fase dos de mi autoaceptación pública... (Estaba leyendo a Keyplas, ¿Quién se atrevería a decirle a la cara a un compañero: Donde la pasión nos lleve? No tuve arrestos de decírselo).

Debo reconocer que me gustan las pelis ñoñas; que mi pareja me sorprenda con unas flores de vez en cuando; disfruto con planear un fin de semana romántico; recuerdo con emoción y cariño los primeros momentos de un flirt en una relación, antes de que la seguridad se abra paso entre la pareja... En fin, me gusta lo romántico y por supuesto, me gusta leer romántico, como a tantas y tantas mujeres. Y no me da vergüenza reconocerlo.

La novela erótica hace años que está en el mercado, muchos. Pero no era tan fácil de encontrar como lo es ahora y, además, daba corte preguntar. ¿Una mujer buscando un libro con sexo explícito? Estaba mal visto. Sin embargo los hombres compran orgullosos... en fin, no voy a entrar ahora en este debate, quizá otro día.

Sobre la literatura erótica se puede escribir mucho y aunque no me gustan los posts largos no me quiero ir sin nombrar un par de cosas. Si está bien escrita, "pone" y quien diga que no, miente. Y si no ¿por qué existe desde hace tanto tiempo? Porque gusta. Pero no es solo eso. Las mujeres y, perdonad si generalizo, tenemos un acceso y/o una visión del sexo, normalmente no muy extensa ni profunda. Probablemente es por eso que la nueva hornada de moda haya calado tanto, no solo "nos pone" sino que nos abre puertas a maneras poco conocidas. Nos gusta saber qué hay para decidir si nos interesa o no. Investigar sobre sexo, siendo mujer, no es fácil; arrastramos demasiados años de tradición y tabúes que siguen presionando y se materializan en el "qué dirán".

Como todo, no a todos nos gustan las mismas cosas. Si he de hablar en primera persona, en mi caso me sorprendió y me gustó Grey, un rato. Ahora empiezo a estar empachada. Necesitada de volver a mis novelas románticas cargadas de deseo. Las que dejan un poco de espacio para la imaginación. Pero, de vez en cuando, no está mal alternar.

Y ya que lo nombro, el deseo. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? ¿Qué llega antes, el deseo, el amor o el sexo? También aquí habrá para todos los gustos, pero mi experiencia me hace pensar que lo primero es siempre el deseo y de ahí, puedes llegar a los otros dos. Una buena descripción de deseo que lleva al amor es lo que nos hace disfrutar de una novela romántica, o erótica.

Si tan bien ha funcionado ésta que llaman campaña de marketing que, ha arrastrado consigo la trilogía de Silvia Day, ¿por qué no hacen más campañas como esta?

Y recordad, lo que tan fácil es en la ficción de que chica buena lleva al buen camino a chico atormentado gracias al amor, no suele ser tan efectivo en la vida real. Ojo con los macarras! Y mucho cuidado ahí fuera.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Hotel California de Anna Casanovas

Sinopsis de la novela

Marc y Alex Martí son gemelos idéntico y tienen treinta y pocos. Alex trabaja en una gran empresa hotelera española y está especializado en comprar hoteles para la cadena, mientras que Marc es veterinario en el zoo de Barcelona. Marc, después de hacerse de rogar, accede a hacerle un favor a su hermano, aunque no acaba de verlo claro. Tiene que hacerse pasar por él durante un par de horas. Sin embargo, la cosa se alargará bastante más en el tiempo...

Olivia Millán es la heredera de un hotel familiar de la Costa Brava y no se puede creer lo que su abuelo ha dictado en sus últimas voluntades.

Opinión
Anna Casanovas es, para mí, una de las mejores escritoras de romántica del panorama nacional. Esta novela forma parte de la saga de romántica contemporánea de Los hermanos Martí. Desde mi punto de vista, la mejor de las cuatro.

Esta es una historia optimista, positiva y de superación que demuestra que cambiar de escenarios nos puede ayudar a superar nuestros baches.

Marc por generosidad hacia su hermano, por la atracción que siente por Olivia y por huir de sus propios problemas se presta a dedicar un tiempo de su vida a un proyecto que nada tiene que ver con su día a día. Y esa dedicación le ayuda a ver las cosas de otra manera.

La autora escribe de una manera sencilla y ágil, lo que facilita que nos cueste aparcar el libro. Hotel California no generará una adicción desmedida ni deja una huella imborrable los días siguientes, pero consigue que pasemos un buen rato, que de eso se trata. Lo recomiendo sin duda, para los amantes del género romántico.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Tres días con 14 famosos. Una experiencia diferente

Hace unas semanas tuve la oportunidad de participar en una aventura en la que nos juntamos 14 famosos y 28 periodistas para luchar por una buena causa. Formando equipos de 6 personas, repartidos en 2 coches por equipo, jugábamos en nombre de una ONG que lucha para evitar la extinción de la fauna ibérica. El equipo ganador recibiría un Land Rover Defender para la ONG que representaba. Entre los famosos: Ana Boyer, Tamara Falcó, Luis Medina, Carmen Lomana, Jaime Cantizano, Pedro Delgado, Norma Duval, Juncal Rivero, Iván Sánchez, Paco Roncero, Beatriz Pino, Roberto Álvarez, Blanca Marsillach y David Mora.

David Mora, Jaime Cantizano, Paco Roncero y Luís Medina

La aventura fue muy divertida. Hubo pruebas de conducción, de orientación, de habilidad... en fin, para todos los gustos. Y este año aún me lo pasé mejor que la edición pasada, debido al grupo de invitados, sobre todo. Mis amigas estaban revolucionadas: "Vas a estar con fulanita y con menganito... ¿Cómo es éste, o aquel...? Dile a menganito que..." Un revuelo similar se organizaba cada vez que bajábamos de los coches en un núcleo urbano.

A mí el fenómeno grupi no deja de sorprenderme. Reconozco que no soy capaz de poner nombre y/o cara a la mayoría de los personajes públicos que aparecen en la tele. Debe de ser porque leo más que miro la caja boba. Creo que eso es una ventaja, ya que después de tres días metidos en un coche y hablando, y hablando, y hablando aún más, tenemos la suerte de ver a la persona que se encuentra detrás del personaje. Una persona normal y corriente, con sus gustos, sus tendencias, sus miedos y sus ganas de que la quieran por lo que es, y no por lo que tiene o por lo que representa. Una persona con ganas de divertirse, vamos, como tú y como yo. Y por eso, como cualquier persona, unos te caen mejor que otros.

He intentado explicar esta visión a mis amigas, pero creo que no lo he conseguido. Aún me siguen diciendo: "¿Pero tienes su teléfono personal? ¿Qué guay, no?" Hombre -pienso-, si necesito llamarle sí, pero si no, de qué me ha de servir?
Norma Duval, Carmen Lomana y Paco Roncero

El equipo de la Land Rover Discovery Challenge al completo, periodistas y famosos

sábado, 17 de noviembre de 2012

Mirar por donde piso

Me encantaría poder tomarme un expreso, pero no me gusta el café, así que me deleito con mi té verde en una de las terrazas con calefacción aérea en la Piazza dei Duomo. A la derecha la catedral, imponente, detrás las galerías Vittorio Enmanuel y de fondo, la música de las cuatro estaciones de Vivaldi, como el que no quiere la cosa.

No nos dejan entrar con maletas para ver el Duomo por dentro, así que estamos haciendo turnos. Por fin viene mi compañero de viaje y con él llega mi turno para entrar en la catedral.

Entrar en una iglesia siempre me sobrecoge y si es una catedral la sensación se multiplica. Il Duomo, Domus Dei, la Casa de Dios. Dicen que es la más larga, la segunda más alta de Europa, enorme por dentro... Sí, imponen tan exageradas dimensiones y, cuando me siento impresionada e inquieta, suelo mirar al suelo.
¡Es precioso! Es suelo está cubierto por baldosas con motivos florales en blanco, rojo y negro, también de dimensiones generosas. Me reconcilio conmigo misma, con el arte y con la belleza; a partir de esas baldosas levanto poco a poco y tímidamente la vista para admirar y empaparme de todo lo que me regala el Duomo. Paseo durante media hora por las cinco naves. Antes de salir por la puerta, me giro y admiro los 45 metros de altura sobre cogedora que hay hasta el techo. Es imponente. Tanto alarde de poderío me deja muda. Por fin salgo y en silencio llego hasta la terraza donde está lo que queda de mi té. Sigue sonando música clásica italiana por algún altavoz oculto.
Una vez más, el arte me deja sin palabras.

viernes, 16 de noviembre de 2012

No me da la gana de callarme

El domingo mi hija pequeña participó en una carrera de Cross infantil, con más de 4.000 inscritos -en diferentes categorías-, y sus correspondientes 8.000 padres. Es de ellos de los que quiero hablar dos líneas...

El Cross Ciutat de Sant Cugat celebró su decimocuarta edición estableciendo diferentes circuitos y horarios según edad. Mi hija pequeña corría en la categoría de los más pequeños, la de seis años, la última. Con todos sus correspondientes padres, claro... Todos orgullosísimos de nuestros vástagos y deseando verles ganar; el ser humano es así.

Corrieron los niños y niñas de manera civilizada, sonrientes, disfrutando del momento, y los padres y madres también corrieron, pero menos civilizados. Todos quisimos ver la salida y después llegar a la mitad del recorrido para seguir dándoles ánimos y acabar viéndolos llegar a la meta. Y corrimos, vaya si corrimos. Papás y mamás empujándose unos a otros, haciéndose sitio para que su hijo les viera, codazos entre los adultos, empujones y casi hasta trabanquetas. En el último tramo yo caminaba incrédula y ligeramente indignada por la falta de educación y respeto cuando recibí el penúltimo empujón de una mamá de estas que se las supone con clase, educación y estudios. No se disculpó. Yo le dije:

-¡Ay, me ha hecho daño!
Se giró y, con aire de superioridad me dijo sin mediar una disculpa:
-Es que mi hijo está a punto de llegar a la meta y quiero felicitarle.
No pude contenerme:
-¿Acaso corre en una carrera de huérfanos? Porque si mira a su alrededor, me da la impresión de que todos los papás y mamás vamos en esa dirección con el mismo objetivo. Por favor, deje de empujar.
La mujer me miró mal, mi marido me miró mal y yo miré mal a todos.
Hay momentos en los que no me da la gana de callarme.






jueves, 15 de noviembre de 2012

In crescendo

Pídeme lo que quieras es una novela romántico-erótica, al estilo de la trilogía de 50 Sombras de Grey y No te escondo nada. Trata de la relación entre una secretaria de una empresa farmacéutica y el dueño de la misma: un treintañero alemán, de carácter complejo y con unas inclinaciones sexuales ligeramente diferentes a lo habitual.

La protagonista, Judith, es un personaje muy conseguido, muy real, reflejo de cualquier mujer de veinticinco años de hoy en día, fuerte, independiente y autosuficiente, y a la vez, como todas, insegura en sus sentimientos. Un prototipo del carácter de la mujer española.

Al protagonista masculino, Eric, me ha costado cogerle cariño. Es un personaje más típico, pero absolutamente necesario, claro, pero al menos sin traumas infantiles. Es el encargado de mostrarle a Judith y a las lectoras el mundo del voyerismo y "más allá".

Coincido con otras reseñas que he leído; el ritmo de lectura del principio del libro no es el mismo que cuando ya se lleva un poquito. Merece la pena vencer ciertas reticencias para poder meterse de lleno en la historia y disfrutar de la lectura de un libro que parece empezar siendo más de lo mismo pero que te sorprende al hacerte descubrir tu error. La manera de explicar los hechos va tejiendo una fina tela de araña que dificulta cada vez más soltar el libro para comer o dormir. Hasta que llegas al final y ¡Op! ¿Ya? ¿Para cuándo la continuación?


Lo mejor: El personaje femenino y el porqué del título.


martes, 13 de noviembre de 2012

Una experiencia exclusiva e inolvidable: En el Taller de Paco Roncero




Llovía en Madrid. Todo era gris, la cadencia de la lluvia monótona y todos seguían su curso normal, solo que bajo la lluvia. En Barcelona, sin embargo, cuando salí de casa era aún de noche, lucía una noche estrellada. Así pues llegué a la capital sin ningún paraguas ni botas de agua. Tan solo mi plumón que, gracia da Dios tenía capucha. ¿Por qué explico todo esto? Por el impacto que sufrí al entrar en el taller de Paco.

La cita era en el Casino de Madrid, un edificio precioso, antiguo, en cuya biblioteca se rodó una parte de la película El Nombre de la Rosa. El primer contraste fue llegar empapada a ese magnífico edificio de principios del siglo XX. Me acogió un ambiente selecto, elegante, tranquilo y envolvente. Un martini rojo después, y ya nos acompañaban al segundo piso, donde está ubicado el Taller, el laboratorio de creatividad culinaria del equipo de Paco Roncero. Traspasar esa puerta fue un viaje a la creatividad y al mundo de los sentidos. Tan abrumador que no sé si voy a ser capaz de expresar tanta sensación tan solo con las palabras.
Un aromático perfume se colaba hasta lo más recóndito de nuestro cerebro. Era más que un perfume, era una esencia a comida que nos transportaba a lugares exóticos y a la vez cercanos, mientras nos lavábamos las manos en la antesala de lo que sería una especie de quirófano blanco.

Un color que representa la pureza.
Empezaba una experiencia multisensorial que no tiene precio, ya que solo se puede acceder por invitación de Paco o de uno de sus patrocinadores; Pero si tuviera precio, rondaría los 1.000 euros por cubierto.

El olor a pimienta de Madagascar, nuez moscada de Indonesia, resina Ámbar del Cantábrico y musgo de los bosques mediterráneos seguía acompañándonos mientras tomábamos asiento alrededor de la enorme mesa, también blanca y esperábamos a nuestro anfitrión.

Todo eran olores, sonidos, imágenes proyectadas sobre la mesa a veces insinuantes, a veces divertidos y el gusto desbordado con los exquisitos aciertos del equipo de Roncero.

La degustación

Empezamos con una cata de tres aceites: arbequina de Castillo de Canena, picudo de Valderrama, y koroneiki de La Boella. Se trata de "comer" el aceite y, para ello, volcamos el líquido en unos conos de obulato y los bañamos en agua azucarada; después, a la boca.

No voy a descubrir todos los platos, no quiero avanzar el final de esta experiencia que ha sido un placer descubrir. Pero avanzo algunos: Bizcocho de remolacha y yogur, kikos con guacamole; bombón de maracuyá y coco, un cornete de panceta ibérica, relleno de tartar de ostras; fresas con helado de parmesano (éste es el único que no me gustó demasiado frío para mis maltrechos dientes y filipinos de chocolate blanco con foie, espolvoreado con cardamomo.

Los platos fuertes: risotto de yogur (Mmmmm, en su justa medida de acidez); Sopa japonesa y paella hecha grano a grano, porque nos es de arroz, sino de caldo de azafrán, jugo de paella y aceite.

Un colorido postre de chocolate terminó con una experiencia única y exclusiva que ha sido regada convenientemente con diferentes vinos de denominación de origen española.

No soy de las que les gusta comer, pero esto ha sido disfrutar con todos los sentidos. El gusto ha sido definitivamente nuestro. Gracias Paco.